lunes, 26 de mayo de 2008

El Toreo

EL TOREO
(toro salvaje-Orus)
Su origen, desarrollo, difusión mundial
Conocénse indicios en la prehistoria de la humanidad, a través de dibujos y grabados rupestres en cavernas habitadas por el hombre, en su lucha frente a animales salvajes con rudimentarios enseres.
Tratar este tema requiere tres elementos primordiales: el toro, el torero y el caballo, y demás componentes de una fiesta y corrida de toros: varilarguero, picador, alanceador, rejoneador. Por su excelente ganadería, el toreo tuvo su indiscutible cuna en España, diversas regiones y plazas: Madrid, Bilbao, San Sebastián, Valencia, Sevilla, Zaragoza; en Portugal, Francia, África, Angola, Mozambique, Marruecos; en América: Bolivia, Colombia, Costa Rica, México, Panamá, Perú, Venezuela. Toda fiesta o corrida de toros tiene como ingrediente fundamental el animal, que puede ser: becerro(2 años); novillo(3-4 años); toro(5 o más años); corrida, sorteo, apartado, enquiquerado, posición del animal, levantado, parado, cansado o adornado; suertes de capa, varas, banderillas, pases de muleta, suerte de matar, rejoneo. En el ámbito hispano luciéronse como toreros: Francisco Romero, Calderón, Joselito, Belmonte, Manuel Rodríguez (Manolete) y otros. En la confrontación entre el hombre y el toro está latente el riesgo de la integridad física del torero y la estrategia culmina con el sacrificio final del animal, innovación taurina introducida por los diestros Belmonte y Manolete, por tanto, mejor remunerados. A veces por negligencia sufren accidentes, algunos mortales. Concurren en muchas ocasiones un público masivo y turístico, y sus temporadas se realizan entre marzo y octubre del año.
HIPÓLITO LÓPEZ

jueves, 22 de mayo de 2008

OBRERO---ETERNIDAD

OBRERO

Sudor acaramelado de tu espalda
En la espesa madrugada del acero
Cual un cincel con tu paso agorero.
Tiembla tu mano al golpear la mañana

Ríes y lloras como esclavo pleno
De días sacrificados y fugaces.
El empeño al obtener magro dinero
Que por tu causa empinan las falanges
No ha sido más que el logro de las graves
Horas de labor fecunda y sometida

Obrero: tu destino está marcado.
No sueñes con riquezas ni fortuna.
Al llegar a tu trabajo con esmero
No aspires más que a tu pócima de aliento
Donde cunde una campana de llamada.
Es tu momento obrero. No lo olvides.

ILSE E. LECCADITO PAZ




ETERNIDAD

Encerraré este instante
en un saco de infinito
Coronaré su cabeza
OH, tiempo arbitrario,
Con luz de eternidad
maestro del vértigo.
Rey del más allá,
regálame un segundo,
el más feliz de mi vida,,
y hazlo durar…
Haz el milagro de convertir
En eterno lo fugaz
Que mi reloj corre,
No puede parar.
y todo lo que hoy vivo
ya ha quedado atrás.
Pero sé que éste instante
Que lleno de amor,
Es un espiral sin fin,
Gracias a Dios el amor es infinito
Y más allá de la tierra
Quedará.
Tengo un amor para siempre
Sé que nunca morirá

ENRIQUE ZYSMAN

LA AGENDA

LA AGENDA


Vino a buscarme y la pude convencer porque tenía muchos compromisos anotados; los verificó concienzudamente y se fue sola. Recordaba tan bien las marcas de las hojas que volvió exactamente en el día y la hora de la última anotación; pero como ella es respetuosa del trabajo y del cumplimiento de las obligaciones, miró atentamente la nueva agenda cargada de horarios, reuniones y tareas, y otra vez desapareció dejándome el tiempo necesario.
Los plazos se agotan y esta vez están casi saldadas todas las citas. No he podido conseguir otra agenda, desaparecieron los negocios y la que tengo en uso se está acabando. La muerte, que tiene excelente memoria, llegará pasadas las nueve y media de la noche. CARLOS PENSA

lunes, 12 de mayo de 2008

PEREIRA---PREGUNTA

PEREIRA

Vivía en una casucha, allá en los confines del barrio sur, vecino del terraplén. Era un personaje carismático, de gran simpatía. Se llamaba Lucio Pereira. De profesión “chorro”, según él afirmaba.
Era un ladrón de poca monta que solía frecuentar el boliche del tano Lussona. Allí se reunía con parroquianos, algunos de ellos de dudosa moralidad, a los cuales relataba con singular verborragia un sin fin de anécdotas, algunas creíbles otras no, que hacían sonreír a su interlocutor.
Su origen era humilde. Padres inmigrantes severos, hermanos honestos y trabajadores. Resultaba ser la mosca blanca de la familia. De melena medio enrulada, estatura baja, usaba pañuelo negro que anudaba en el cuello.
Aparentaba más edad de la que realmente tenía. El barrio se benefició con su ausencia por un largo período.
Lo encontré después de muchos años. Conversamos durante un largo rato. Me contó que había conocido una chica con la que se había casado y tenido un hijo. Había dejado el “chorreo” y comenzado una nueva vida. Trabajaba como peón de un garaje por el barrio de Once. Al despedirnos me dio un abrazo y mandó cariños para mi gente y algunos vecinos.
Después de esto caminé un par de cuadras y subí al colectivo. Con sorpresa e indignación comprobé que me faltaba mi billetera. Bajé, pensé…estaba indeciso. Pasaron unos, me recompuse. Sonreí y volví caminando a mi casa.
EDUARDO SANTAMARÍA






PREGUNTA
¿Cuándo volveré a verte, Zulema Estefanidis? Hace veintisiete años que me formulo la misma pregunta que, con diferentes matices aunque extraña persistencia, no ha dejado de golpear en los cristales de mi evocación.
¿Cuándo volveré a verte? La imagen retrotrae los cuadrantes a aquella amable oficina que arribó tímidamente la primera computadora. Eran tiernas mocedades para mí, algo menor que los demás. Casi no me atrevía a tutearte. Recuerdo cuando te casaste con tu jefe directo, Alfredo Román, un hombre mayor, muy bondadoso. Me apenó haber visto no hace mucho, en un diario, una participación de su fallecimiento.
La pregunta volvía insistente, como si el tiempo, en vez de atenuar su impulso, lo acrecentara. ¿Cuándo volveré a verte? Se me ocurrió que ese interrogante debería reducirse a un simple: ¿Volveré a verte?
Y ahora, hace apenas un instante, si no me hubieses llamado con esa tu breve aunque cálida voz, no sé si te habría reconocido, pese a haber visto en el maduro rostro patentes signos-discretamente convocadores hoy- de los helénicos rasgos que siempre admiré.
JORGE LOMUTO

DE CANTO

DE CANTO
Quise curiosear como sería mirar la vida “de canto”. Me senté en el colectivo 105, que tomo habitualmente para ir hasta el correo central.
Ex profeso me ubiqué en un asiento de espaldas al frente del recorrido y giré el torso hacia la derecha tomando la posición que podría ser de canto. Miré lo que iba deslizándose en mi trayecto. En verdad no me resultaba cómoda la posición, pero me permitía ver todo de otra manera. Los edificios al bies, los árboles que bordean las veredas…No captaba si iban o venían…Los números de las casas ¿aumentaban o disminuían? ¿La gente avanzaba o retrocedía?...Me vino a la mente el rebobinado de una película cuando termino de mirarla en la video casetera. Sin entrar en mayor análisis debo confesar que me divertía y la experiencia no me desagradó… ¿Qué tal si empiezo a mirar desde éste, mi atalaya de todos los días, la vida “de canto”? Tal vez cambiaría esta filosofía de ver la real y cruel que nos toca transitar en este presente con un futuro incierto y cambiarle que nos roba el placer y optimismo de vivir. Podría, tal vez, soslayar el rudo y certero, el impacto irrefrenable que nos tumba y aniquila y escapar por la bisectriz hacia un punto hueco, sin perspectivas ni proyectos reales para fabricarnos nuestra propia dirección y marchar de canto por la vida; total ¿qué más da?
Si todo seguirá igual, mientras el ser humano no cambie el corazón de piedra y ponga en su lugar una enorme masa hecha de Amor-Humildad-Perdón

NÉLIDA OJEDA

lunes, 5 de mayo de 2008

UN VIEJO RELOJ

UN VIEJO RELOJ
Lucía tomó la decisión de apartarse de su familia, para comenzar una vida independiente. Alquiló un pequeño departamento al cual trasladó una cama , pequeña mesa, dos sillas rescatadas del patio de la abuela, y algunos cacharros que le dio la madre.
Con su pequeño bagaje de sueños, entró a su nuevo mundo.
Por la pequeña ventana, un rayo de sol le dio la bienvenida. Ese día todo era fiesta.
Limpió, ordenó, un ramo de fresas lució en el centro de la mesa, embriagándola con perfume de ilusiones.
Se recostó en la cama, sus ojos expectantes observaban las paredes vacías. Imaginando en ellas cuadros coloridos, cortinas blancas en la ventana, lamentándose al pensar que el sueldo apenas le alcanzaría para pagar el alquiler y sobrevivir.

Por la noche salió a caminar, la entusiasmaba recorrer los shopping, siempre volvía con algo nuevo, (ahora debía controlarse) Se detuvo ante una vidriera de antigüedades, llamó su atención un reloj de pared, con un dorado péndulo, que hacía sonar cada hora una campanada. Lo imaginó colgado frente a su cama.


Fueron pasando los días. El tiempo siguió su ruta, y en su transcurso nuevos logros: estudio, progresos económicos, la compañía de un hombre que fue para ella el despertar al amor compartido, la llegada de un nuevo ser al mundo, la necesidad de una vivienda más amplia.
El camión de mudanzas llegó temprano, el cielo amenazante cubrió de tristeza el ambiente vacío. La desolación de la ausencia cerró la ventana, la puerta con llave, a la espera a una nueva esperanza. Dormitando en el silencio, un viejo reloj de péndulo añora unas manos piadosas que lo vuelvan al negocio de antigüedades.
CATALINA GU TREJDE

DECÁLOGO

DECÁLOGO
Eres ingrato:
Si tu memoria muere a la hora de tus triunfos.

Si sólo observas las imperfecciones las manos que te acarician.

Si apedreas desde tu pedestal a quien te ayudó a ascender.

Si cuando te abrieron puertas te apropiaste de la llave.

Si la generosidad que recibes no modifica tu sentir.

Si te sientes un fiscal en potencia de tus acreedores espirituales.

Si cuando dices ¡gracias! lo haces sólo por cortesía.

Si tu expresión es distinta cuando te brindan y cuando brindas.

Si solo juzgas por lo que te niegan y no por lo que te dan.

Si saciada tu sed, repudias el agua.
JOSÉ NAROSKY

CARTAS DE AMOR

Muy querido Enric :
¿Puedo aún llamarte así?
Hoy se cumplen diez años del inolvidable e insólito episodio, por el cual en un abrir y cerrar de ojos volví a Buenos Aires y tú te quedaste en Mendoza.
¡Cuánta crueldad gratuita!, en nombre del honor, la palabra dada y muchas otras cursilerías de aquella época.
Pero ahora, recién ahora, a diez largos años, acepto la imposición familiar; pero no me resigno al recordar mi cobardía de no luchar con uñas y dientes por nuestro amor. En fin, no hay nada más fuerte que lo que está hecho…
A seis meses de lo ya dicho, cumplí la palabra dada y me casé. La familia respiró aliviada. Y tú hiciste precisamente lo que todos esperaban, te compraste la más potente moto de esa época e imitando a ÍCARO volaste por esas hermosas montañas montando tu caballo alado. Cruzaste varias veces la senda sanmartiniana, hacia países hermanos con la montaña como telón de fondo…Y fue precisamente el mismo día en un absurdo accidente truncaba la vida de mi esposo, que al igual que la leyenda, tus alas se derritieron al sol y te desbarrancabas, rodando por la cordillera. Un día estuviste perdido, seis meses en un hospital y luego vendría el voluntario exilio en Villavicencio. Esto, todo esto, hace tres meses que lo he sabido. Hoy, en una fecha que paradójicamente nunca olvidaré, alejado de las brumas, juntando fuerzas, evitando lágrimas que pugnan por salir a raudales, te escribo…Y aquí estoy , sólo se me ocurre preguntarte: ¿cómo estás?
Quizá no me contestes, estaría justificado, pero yo esperaré…tengo, más tiempo que vida…¿Podrías hacer abstracción, y repetir la famosa frase “como decíamos ayer”…y contestar esta carta.
Por siempre : Maite


MARÍA TERESA BRUGUÉS