viernes, 28 de octubre de 2011

EXCELENTES INTERPRETACIONES MUSICALES DEL


DÚO PASCUZZO (guitarra)- ARAYA (flauta)

El 23 de julio de 2011

-“Melodía de arrabal”: C.Gardel-A. Le Pera
-“Desencuentro”: A. Troilo- C. Castillo
-“How High The Moon” Morgan Lewis
“De vuelta y media” : M. Barbieri
-“El flete” : V. Greco- P.Contursi


El 27 de agosto de 2011

-“Desencuentro”: A. Troilo- C. Castillo
-“Libertango” : A. Piazzola
-“Chega de Saudade”: Tom Jobin
-“Como dos extraños”: P.Laurenz- J-M. Contursi
- “Don Agustín Bardi”: H. Salgan



Venerable María Antonia de Paz y Figueroa-- Nélida Ojeda



En el año 1776 por orden de Carlos III, rey de España, es expulsada del virreinato del Río de la Plata y de todos los dominios de España, La Compañía de Jesús (sacerdotes pertenecientes a la Orden de San Ignacio de Loyola).

Este acontecimiento hubiera dado fin a la acción evangelizadora desarrollada por los sacerdotes de la Orden Religiosa, especialmente los Ejercicios espirituales, si no hubiera mediado la actuación de una santiagueña de ilustre familia: María Antonia de Paz y Figueroa. Formada en el seno de la Compañía de Jesús, a los 15 años de edad se consagró como beata.

Las beatas eran mujeres que sin votos ni clausura, servían a Dios con la más edificante regularidad en la práctica de todas las virtudes cristianas y bajo la dirección espiritual de los sacerdotes jesuitas. María Antonia hizo, además voto de pobreza y castidad; renunció a su nombre de familia, y pasó a llamarse María Antonia de San José.

La misión de las beatas consistía en desplegar una acción social, con derivación hacia los enfermos y mujeres solas, abandonadas o de vida marginal.

Antes de cumplirse un año de la expulsión de la Compañía, esta venerable sierva de Dios, a los 37 años de edad, comienza a dar vida nueva a los Ejercicios espirituales, de acuerdo con el método de san Ignacio de Loyola. Adoptó como hábito la sotana de los jesuitas y la Cruz alta fue el báculo que acompañó su largo peregrinar para predicar los ejercicios

“Caminaré mientras me dure la vida y llegaré hasta donde Dios no fuere conocido para hacerle conocer”

Primero predicó en Santiago del Estero, su provincia natal; siguió en Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca, La Rioja, Córdoba y por último en Buenos Aires y en el Uruguay, con excelente resultado en la práctica de los Ejercicios.

La cruz alta y el libro de los Ejercicios fueron sus símbolos fundamentales. Era como llevar a Cristo entre sus manos.

“Los hechos de esta mujer extraordinaria constituyen el último capítulo de la historia jesuítica en el Tucumán y Río de la Plata bajo la dominación española. La extinta Compañía de Jesús sobrevivió con ella y con las dos instituciones que dieron perennidad a su obra:

La santa casa de ejercicios, en la calle Independencia 1190 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y la Congregación de las Hijas del Divino Salvador.”

Los restos de María Antonia de Paz y Figueroa, descansan en la iglesia de Nuestra Señora de la Piedad, Bartolomé Mitre 1225 en la Capital Federal.

La beatificación fue presentada en Roma por los obispos de Argentina en 1905. En 1995 comenzó a recibir nuevo impulso.

El Santo Padre Benedicto XVI autorizó el jueves 2 de julio de 2011 a la Congregación Vaticana para la causa de los Santos a promulgar el decreto por el cual se reconoce a María Antonia de San José como venerable. Ejerció las virtudes en grado heroico. Paso previo a la santidad

(Estado actual de la causa de Beatificación)



Obra citada: Cayetano Bruno, “Historia de la Iglesia en la Argentina”

La tarotista--Gittel Gruber



La señora Águeda, de unos sesenta años, es amable y simpática. Atiende su consultorio hace bastante tiempo en el barrio de Liniers y por su buen carácter la visitan cada vez más personas. Ella, mirando las cartas y observando fijamente a los ojos de gente, acierta. La llaman la vidente. Les habla de una manera tan especial que las convence. Y salen del consultorio esperanzados, creyendo que les va a suceder lo que ella pronostica.

Su clientela es cada vez más numerosa.

Un día amaneció nublado, comenzó a llover torrencialmente, el viento soplaba muy fuerte. Todavía nadie había llegado. El día parecía funesto. En el cartel de la casa podía leerse en letras grandes, bien visibles: “ÁGUEDA ENCUENTRA TU SUERTE” De improviso llega un señor alto, delgado, de traje y sombrero. Antes de ingresar a la sala, donde Águeda lo espera, limpia sus zapatos en el felpudo. Ella, al verlo, se estremece de terror. De tal forma que no puede disimular su desagrado. Su cuerpo comienza a temblar y Águeda le susurra:

“todavía no lo esperaba”. El visitante le tomó ambas manos y la miró profundamente. Ella quedó petrificada con la misma infelicidad con que lo había recibido. El hombre inesperado salió del consultorio y solo cambió una letra del cartel (la S ) de la entrada. Con lo que dejó para siempre la señal de su visita.

Pasiones versus estrés--Olga M. Levy


Salgo del gimnasio. Lo visito frecuentemente. Ya estoy familiarizada con la práctica gimnástica.

La realizo con avidez, pero a veces o casi siempre , surge algún incidente,. Entonces es conveniente que fluyan las energías negativas.

. Me restablece moverme en otro ámbito, Camino o trato de caminar bastante. Transito por las calles…, respiro profundamente y exhalo el aire. Movilizo todo mi cuerpo para no desplomarme por el estrés. Dicen que hay un estrés negativo y otro negativo. Es cuestión de equilibrarlo . Lo más importante es no excederse, y tampoco caer en el sedentarismo. Muchas me canso… Y, ¿Qué hago? Espero un taxi. Sí, porque no llego a casa para realizar tranquilamente los quehaceres cotidianos.

Veo un taxi libre, extiendo la mano haciéndole señas, se detiene. Subo, saludo, y el “tachero” me responde amablemente.. Destaca mi sonrisa, es el “click” para dialogar.

_¿Cómo está, señora?

_Le indico el destino. Y agrego: Bien, pero cansada. Le comento las idas y vueltas que llevé a ca

bo. ¡Usted no se imagina!!!

¡Oh, señora! Debe estar estresada. A mí me pasa lo mismo cuando trabajo muchas horas, demasiadas, siento que me falta el aire. Entonces detengo el auto, aspiro el aire que me reconforta, y lo soplo…

Ah…, le quiero comentar que el miércoles fui a la cancha a ver al club de mis amores: River. Le hicimos el aguante… para que continuara en Primera A… Inevitablemente, descendió. Un episodio increíble. Hubo toda clase de agresiones…,verbales, especialmente físicas…..Y yo, pobre de mí… y de tantos otros, El estrés liberó tanta adrenalina que no paramos de accionar, accionar, accionar… SURGE LA VIOLENCIA, Y NO TENEMOS PAZ. River ya está en la B Nacional.

_¿ y?

_-Para qué le voy a contar, señora. Llegué a mi casa destrozado. Me tiré sobre la cama, y lloré…Sí, lloré… ¿Cómo es posible que ese episodio me dejó tan mal? Traté de calmarme, razonar… Pero… la pasión futbolística me embriagaba. Fue positivo, me fortaleció para reflexionar sobre lo acontecido.



Yo estaba sorprendida por las certeras palabras del “tachero”. Me dedicó una lección de prevención y precaución. Sí, porque siempre soy tan activa, casi no descanso, y en algún momento vuelo, alocada por el continuo estrés. Mis pasiones son otras, diferentes. No obstante pueden dañar la salud. Todo debe realizarse con vehemencia, pasión, motor de toda actividad, pero controlada. La ansiedad, la tensión ante las demandas de la vida nos estresa.

-Entonces, ¿qué sucedió?

_Reflexioné –continuó el “tachero”- y me dijo: Debo controlarme, porque mi salud puede perjudicarse, y ¿la vida?. Yo amo vivir plenamente, a “full”. Ahora siento que las pasiones seguirán, pero bajaré un cambio para no cometer imprudencias.



Este joven “tachero”, tan atinado, sabe tanto y lo explica tan bien…Me brindó una verdadera lección. Realmente sus palabras, sus conclusiones me emocionaron. Si, tendré en cuenta los tiempos para cada actividad. Haré las tareas, pero con pausas; es importante. Así, creo que mi cuerpo y por ende mi salud psíquica me lo agradecerán.



De" El “tachero” y yo”

Homenaje a Facundo Cabral-- Rose M.Nogales


La tarde esta en agonía,

Y el sol no quiere brillar

Hoy sus ojos se cerraron,

Y ya nunca se abrirán.

Sus versos siguen viviendo,

Cada instante viven más,

Aunque sus manos dormidas,

Nunca más escribirán,

Sus sueños más gloriosos,

Vencieron la realidad,

Los poetas aunque sufren,

Nunca dejan de soñar,

Crean vida todo el tiempo,

¡Nunca dejan de crear!,

Aun cuando están muriendo,

Sus rostros no dejan de hablar,

La tarde esta en agonía,

Y el sol no quiere brillar,

Un poeta se despide,

Pero hoy no es su final,

Sus versos quedan por siempre,

Solo su cuerpo se va,

Los sentimientos de un poeta,

No conocen el final,

Tienen almas inmortales,

Que no dejan de crear,

La tarde recobra vida,

El sol comienza a brillar,

Un poeta llego al cielo,

A crear en la eternidad.







El vendaval--Viviana Walczak


No hay venganza como el olvido

Baltasar Gracián



Elvira y Luciano Montillo habían nacido en Santander y se casaron muy jóvenes. Con tristeza, el hombre se dio cuenta que había cometido un grave error porque la esposa cambió radicalmente. Se convirtió en una mujer obesa, huraña, intolerante y violenta. El hijo de ambos, también era agresivo y hostil a su padre con frecuencia. Cuando éste llegaba de sus largos viajes, era recibido por reproches de Elvira y por las silenciosas miradas inquisitivas del adolescente.

Luciano trabajaba como maquinista en embarcaciones de poco calado, que surcaban el río con su variada carga de cereales, de galones de petróleo y de rollizos troncos. Sobre esas chatas, abiertas al sol y la luna, lograba evadirse del constante acoso de su familia. Se entregaba, con misticismo, a la contemplación del espléndido paisaje y se dejaba arrullar por el caudaloso torrente que, serpenteante, lo introducía en la tupida vegetación. Con los años, las peleas, en cambio de disminuir se acrecentaron porque Elvira, desconfiada, le recriminaba amoríos inexistentes. El desventurado tenía miedo de llegar a su casa y trataba de estar ausente la mayor parte del tiempo, reemplazando en las guardias a casi todos los compañeros. Dado que era muy reservado, nadie conocía sus angustias existenciales y por ende, la revolución que se gestaba en su interior. A veces, llegaba lastimado al trabajo como resultado de algún golpe recibido por la furia incontenible de su compañera, que hacía aterrizar sobre su cabeza jarrones, zapatos y botellas, sin importarle si estaban vacías o llenas

Cuando alguien le preguntaba por sus lastimaduras, se ingeniaba para inventar accidentes caseros que, decía, eran producto de su torpeza para reparar techos, arreglar cercas o limpiar malezas del jardín. No todos le creían y algunos se animaban a conjeturar en voz alta:

-Cosas extrañas le ocurren a Luciano Montillo…¡¡Muy extrañas!

Su único consuelo era el diálogo que mantenía con las impetuosas aguas y con el espléndido panorama natural que se desplegaba ante sus ojos, haciéndole comprender la dimensión de su pequeñez. Se aferraba a la fe y aunque desde su tierna infancia le habían inculcado que un hombre no debe llorar, lloraba como un niño su desventura.

Durante uno de sus viajes, un fuerte huracán se abatió sobre parte de la península, arrasando algunos pueblos. Destruyó todo lo que encontró a su paso y la chata en la que viajaba, no fue la excepción. Cuando toda la furia del vendaval pasó, dejó sobre la tierra marchita, tan solo restos esparcidos de ladrillos, troncos, piedras y una enorme desolación. Después de la tormenta, como sucede la mayoría de las veces, el río quedó en calma pero, a pesar de la intensa búsqueda, nunca más aparecieron los rastros de la embarcación ni de sus pocos tripulantes. Fueron muchos los que lamentaron la triste suerte corrida por el navegante. El párroco de la iglesia, tuvo elogiosos conceptos hacia el difunto y también los compungidos feligreses, que lo recordaron por su rectitud.



Diez años después, se supo que en Tortosa vivía una bella joven con sus hijos y con su afortunado marido que, por extraña coincidencia, se llamaba Luciano Montillo.

El apagón..María Teresa Brugués




Solamente ese gran apagón que los dejó sin tv, sin radio y sin computadora fue lo que nos unió para conversar.

Él hablaba para llenar espacios; escuchaba en silencio, tratando de decir, lo que hacia tiempo no podía decir. Era el momento justo.

-Hoy se cumplen veintidós años.

-¿Veintidós años de qué?

-Veintidós años que conocí el amor.

-¡No, te equivocás! Hoy se cumplen veintidós años de mi primer a Europa, para la empresa.

-¡No me oíste bien, veintidós años de amor!

-Pero… ¿qué día es hoy? ¿No es cuatro de enero?

-¡Sí!, hoy es cuatro de enero y hace veintidós años que inventaste tu primer viaje de trabajo. Y yo hace veintidós años descubrí en tu hermano “el verdadero amor.

-¿Qué estás diciendo, Susana?

-Simplemente, te estoy contando lo que nunca quisiste escuchar. Mientras vos subías al avión y yo lloraba, tú hermano se encargó de contarme la verdad sobre tu viaje.

Y en tanto yo lo escuchaba, mi deseo de revancha era tan grande, que se me ocurrió tomar venganza con él, engañándote. Pero fue tan hermoso, lo que pasó en ese momento, que me hizo olvidar el motivo de mi actitud. Y así fue como durante estos años, hasta el momento de su muerte, no dejamos de vernos un solo día. Él siempre tuvo tiempo para escucharme. Con él nunca necesité de grandes apagones. Nos amamos intensamente ¿Qué te pasa? ¿Te quedaste sin palabras o volvió la luz y yo no me di cuenta?

XIX--Cora Cané




Tal vez existió esa mañana,
las rosas fueron rosas.
Y partí el pan,
sobre tu mano.

Copla juguetona, la vida
habitó tus venas
y quedaron distantes
las colinas de sombra.

Porque el amor nos inventó esa mañana
la rosa sigue siendo rosa,
parto el pan
sobre tu mano
y juega la vida
su ronda.

De “La ciudad distante”



Mirando las estrellas--Liliana Fernández Blanco




Mirando las estrellas
veo las más bellas
Son guía de caminantes
y temas para cantantes
Mucho se ha dicho
de ellas, y con el romance
están entrelazadas.
Quien no ha sido (aunque
sea una vez) bajo ellas besada.
Iluminan el firmamento, como
a un alma esperanzada
Son como el tul del cielo
de una novia idealizada.
Son como un abrazo de
un hada plateada.
Han visto por siglos, guerras
imperios, romances y aventuras
Saben de amores y desventuras
Son puntos plateados, que protegen
nuestros sueños, yo las veo como
un velo de novia, preparando
nuestro encuentro.

La odisea de la vaca voladora--Amadeo Zampieri


Villa Elisa es una ciudad singular ubicada en Colón, provincia de Entre Ríos. Fue fundada en 1890 por

Héctor de Elía, en el casco viejo de una estancia. Sus habitantes levantaron una estatua inmensa en homenaje al sembrador, situada frente a la iglesia de La Virgen niña. En esa población comenzó esta historia…en esa época era un cuento para chicos: tal vez ahora pueda ser contada por adultos.

Ésta es la odisea de la vaca voladora…la vaca Aurelia era tan gorda, pero tan gorda y retacona, que el resto de los animales se burlaban de ella y le decían: “globo, globito, globazo…”. La vaca estaba furiosa, sus ojos se llenaban de lágrimas de impotencia. Una noche la luna Dora, se compadeció y al verla así, bajó, y se iluminó todo el lugar y sus lágrimas brillaban como diamantes. Dora le preguntó porqué se tomaba tan a pecho lo que le decían sus compañeros de la granja, si ella tenía más cualidades que los otros. “yo te voy a ayudar”, le dijo. “Si vos querés podés emular a Pampero”. “Qué es eso”, preguntó Aurelia. Dora le respondió: “Es el invento de un tal Jorge Newbery ,volaba en un globo, y tenía dominio del aire…Vení…vamos, acompañame, volaremos juntas hacia las nubes, como lo hacía don Jorge Newbery…”

Así lo hicieron, subieron más, cada vez más alto.

Entonces, Dora le dijo : “De aquí en adelante podrás volar y hablar con el resto de los animales, pequeños y grandes, y te respetarán. A los más chicos los llevarás en tu lomo y tu cabeza, y a los más grandes, te darás maña y acomodarás tu cuerpo, debajo de ellos, ya que serás un globo. Hasta aquí te acompañé, en adelante te estaré mirando desde arriba. Sácalos a pasear a todos, deben estar alborotados, porque te vieron volando conmigo”.

Es cierto, los habitantes de la granja estaban extrañados, Aurelia bajaba suavemente , muy suavemente, acompañada por los pájaros. A su llegada, revoloteaban a su alrededor. Aurelia con firmeza les dijo: “Formen una fila, primero los más chicos, y al final los más grandes”.

Hizo tantos viajes, tantos viajes, que quedó extenuada. Aurelia parecía de goma, debajo del caballo y las vacas. Al regresar le dijeron emocionados que nunca habían hecho un viaje tan increíble. Nunca más Aurelia se sintió rechazada y pudieron vivir en paz y alegría.

MORALEJA: Esto sucedió hace mucho, pero mucho tiempo. La vaca Aurelia voló hacia las nubes en viaje de placer. En esa época la economía era estable, la gente vivía sin sobresaltos. Ahora en pleno siglo XXI, todos los productos, la carne y sus derivados se van para arriba, son difíciles de alcanzar. ¿Qué final nos espera? Los políticos se llevan todo. Estamos yendo “a pique”, como le ocurrió a Jorge Newbery.



Almacén de ramos generales--Marta Manna




Recuerdo que en jardinera
al viejo pueblo llegaba,
y la que más disfrutaba,
era ir a “La Tijera”.

Era grande el almacén,
con nombre de este utensilio
que vendían calzoncillos
hasta luz a querosén.

El mostrador de madera
en el medio del salón,
y lucía en un rincón
una hermosa pajarera.

Con dos platos la balanza,
que siempre daba la “yapa”,
sobre todo si era papa,
que hace crecer la panza.

De los tirantes colgaban
salamines y jamones,
apilada en los rincones
las damajuanas estaban.

Ensartados de unos ganchos
sartén, olla, colador,
más cuchara tenedor,
y en latas grasa de chancho

Se vendía todo suelto,
fideos, azúcar, arroz,
jarabe para la tos,
que quizá daban por vuelto.

Estribos de lo mejor
que parecían de plata,
las mejores alpargatas
negro azul, blanco el color

La muy famosa libreta
que negras tapa llevaba,
en donde el dueño anotaba
des ginebra hasta galleta.

Ya llegado fin de mes
la cuenta se liquidaba,
con una cruz se tachaba,
para empezar otra vez.

¡Cuánto más podría decir!
De estos viejos almacenes,
lo mismo que muchos trenes
ya dejaron de existir.

Porque a aquel viejo almacén
por shopping lo han disfrazado,
se compra todo envasado,
¡Y no venden querosén!

Pentagoneando- Cayetano Ferrari


1-Aladino sabía del injusto destierro de aquellos hombres. En el insignificante muelle, cuando pasaron frente a él para subir a la ominosa embarcación, Aladino les susurró: “Yo les haré justicia”. Prohibidas las muestras de adhesión o de congoja. Parte el barco. Aladino clava su mirada en el grupo como si fuera una estrella fijada en el horizonte. Hasta que los hombres se hicieron chiquitos…tan diminutos que parecían pájaros…pájaros que de pronto echan a volar…

2-El docto muy serio, sentenció: “no tiene rima”. No me importó. Agregó: “no tiene ritmo y carece en absoluto de estilo”. No me importó y no me importó. Lleno de ánimo despegué las palabras y seccioné las letras del papel. Y descubrí abajo, bien en lo hondo, una mano hábil que tejía arabescos maravillosos sobre mi talento depreciado.

3-Cuando me di cuenta de que mi fantasía silenciaba, supuse que pronto sería el final.

Entre la noche que bosteza y el amanecer tembloroso-en ese lapso de indecisión- salí a despedirme de mi escenario,

. Quedé atónito cuando vi que los árboles cambiaban de color y de follaje y las veredas parecían pistas de patinaje y los automóviles, a media altura, planeaban sin conductor, mientras que apurados autómatas colgaban avisos fluorescentes en el vacío. Para mí fue una revelación: las cosas tenían fantasía y la brindaban sin cesar. La imaginación venía de las cosas y del vacío y de las sombras, no de los hombres. Comprendí que mi final perecía y que cuanto me rodeaba me invitaba a subirme a una eclíptica inmortal. No dudé.

4- Después de largas jornadas del juicio público, el acusado gritó:

-No entiendo el porqué de toda esta farsa de llevar adelante mi defensa, por qué aparecen tantos testigos que jamás conocí. A mí deben ejecutarme en esta hora, ahora. ¿Qué más necesitan saber? ¡Yo soy el culpable, sin atenuantes, porque así lo quise!



Silenciaron el escándalo con gases lacrimógenos. El juicio se suspendió “sine die”, con el acusado incluido. Todo en honor a la justicia.



5-Ayer, por cierto, fue un día de revelaciones. Supe por qué Juancito, mi hijo de quince años, dejó la calle y apenas sale con sus amigos. Descubrí que tiene un amiguito virtual que de noche (antes del amanecer) recorre las habitaciones de casa como un ser hecho de papel transparente. Lo sorprendí husmeando en la cocina; pero apenas visto ya se metía en la pieza de los fondos, donde duerme mi hijo. Juancito lo defendió como si fuera su tesoro más preciado:

-Sí, papá, es mi mejor amigo y por nada del mundo me separaré de él.

Nunca antes lo había visto así a Juancito; si hasta la voz le vibraba más grave.

-¡Vive en mi habitación y no molesta a nadie! ¡Así que dejalo, papá!

Los amigos virtuales son muy singulares. Cuando están, nadie nota su presencia; pero cuando no están parecen amados que nos hieren, perdidos para siempre. En la cena, Delia, mi señora (su madre), Juancito y yo comimos en suave mutismo. Sonrientes.

Pasé un rato por mi escritorio a verificar correspondencia y mails. Antes de salir mi amigo virtual y yo nos abrazamos en silencio.





cayetanoferrari@yahoo.com.ar







LOHENGRIN Y PARSIFAL- SILVIA GATTO



En Lohengrin: El Caballero del Cisne y en Parsifal el El Inocente Redentor, Richard Wagner ha

develado el último matiz de la Luminosidad: el Ethos Griego Hesikástico del éxtasis piadoso es su Estrella.

El Sonido adquiere un Esmalte especial de transparente asunción semejante al Fuego que irradia la

Interioridad del Color en la pintura inglesa de la Hermandad Prerrafaelista del siglo XIX.

El Sonido es aquí una depuración de la materialidad y a su vez la encarnación del Espíritu, que unifica

un acuerdo Místico-Religioso entre lo poético de la Palabra y la Música.

La misma Prosodia la misma Respiración en el entramado de las frases anima su Pulso Interior.

Como un gran Tapiz Coral, el Movimiento de las Voces en Contrapunto paralelo o contrario

convergen finalmente en un solo punto. Instante Supremo: es la intensidad de la Idea en su más alta

concentración que nos revela la tensión misma de la Vida.

swgatto@yahoo.com.ar



viernes, 14 de octubre de 2011

A Mark Twain- David Sorbille


¿Acaso Tom y Huck sabían lo que nos pasaba
en aquellos lejanos días de la inocencia y la pereza?

¿Acaso no pensábamos en que el viejo Mark
nos señaló con su gesto cargado de sabiduría?

¿Acaso no éramos iguales al escalar el tiempo
con pasos ascendentes hacia la vida adulta?

¿Acaso tanto nos pasó que nos hizo olvidar
lo que una vez fuimos en la costa del largo río?

¿No será que el viejo Mark tuvo razón
en la desconfianza sobre el futuro del acero?

¡Es posible negar la verdad de la historia
y dudar de la memoria en un rincón de soledad?

¿No será que el viejo Mark nos desafió una vez
porque no entendía la bruma y la estupidez?

¿Es posible ignorar que él nos dijo que antes
la gente deseaba tener dinero y ahora le rinde culto?

¿Acaso no vale más un corazón solidario
frente a la prepotencia de todo poder abusivo?

¿Acaso la sensación de compartir la necesidad
no es la esencia misma de nuestro carácter?

El viejo Mark Twain no intelectualizó en vano
sabía leer en el alma y escribía con honestidad

Su causa fue noble y al cabo nos pidió aprender
que la libertad es sinónimo de responsabilidad.


daviddorbille@hotmail.com



Un inmigrante noruego- José Narosky




Hace más de medio siglo, y en un apartado barrio del Gran Buenos Aires, una humilde bazar ostentaba en su frente un cartel con un sugestivo nombre: Ingrid.

El negocio era de reducidas dimensiones y su dueño, un hombre de exquisita sensibilidad, alto, rubio, de ojos claros y límpida mirada. Su nombre: Jurgen.

Hacer el bien era para él una necesidad vital.

Hace muchos años, a raíz de las inundaciones que azotaron su zona, Jugen permaneció cuarenta y ocho noches sin dormir, colaborando voluntariamente con las autoridades encargadas del salvamento.

Repetía a cada paso este aforismo de Almafuerte: “¡Ánimo!¡Quién no espera vencer ya está vencido!”.

Jurgen sabía que brindarse a manos llenas era quedarse con las manos vacías. Pero con el corazón lleno.

Su zona, por ser relativamente alta, no había sufrido perjuicios. Las circunstancias hicieron que su decisión, en un momento dado, le permitirse salvar la vida de un niño de tres años.

Este héroe anónimo había nacido en Bergen, en la lejana Noruega. Sus primeros años transcurrieron plácidos y serenos. Lo atrajo desde niño el violín, y a los catorce años su primer recital, a los diecisiete debutó en Oslo con la Sinfónica de Noruega. Todo su mundo era la música.

A los veintidós años, una bonita muchacha rubia, violinista también, de nombre Ingrid, hizo vibrar su corazón. Corría el año 1937. Se casaron al año siguiente y se instalaron en una aldea noruega de escasos ccien habitantes, Pescadores en su mayoría.

Tiempo después, dos muñequitas rubias, gemelas completaron su dicha. Las llamó Hop e Ilse, que en noruego significan, Esperanza e ilusión.

Mientras tanto, Europa se ensombrecía ante la amenaza de la guerra. En el pequeño país nórdico los noticiarios reemplazaban la música de Grieg. Ya no se hablaba de Ibsen, el gran poeta y dramaturgo noruego ni siquiera de la pesca. Los únicos temas eran el temor y el peligro.

Jurgen fue movilizado. Y partió hacia el frente cantando.

Son muchos los que cantan cuando van a la guerra, pero ninguno lo hace cuando regresa. Y Jugen regresó, después de haber estado en un campo de concentración como prisionero, con un dejo de melancolía en la mirada.

Cinco años había durado el cautiverio. En prisión su mayor tristeza y preocupación derivaba de no recibir ninguna noticia de su Ingrid ni de sus hijitas.

Terminada la contienda fue puesto en libertad. Prestamente regresó a Noruega y corrió a su su pequeña aldea, a su granja. No encontró una casa en pie, ni nadie que pudiese darle un informe. Sin embargo ,su corazón le decía que su mujer y sus hijas estaban con vida. Recorrió todo el país. Nada. Alguien le refirió que un número de compatriotas habían emigrado a Sudamérica. La sola posibilidad de hallar a sus seres queridos lo impulsó a emprender el viaje.

Comenzaba el año 1946. Tenía entonces treinta y dos años, aunque aparentaba muchos más.

Sus mellicitas cumplirían por esa época ocho años; ¡hacía seis que no las veía! ¿Serían suaves y dulces como la madre o fuertes como él ¿Amarían la música? ¿Y su querida esposa? La recordaba con sus hermosos cabellos rubios flotando al viento y agitando su pañuelo cuando él tuvo que partir para la guerra.

Jurgen recorrió Brasil, luego Uruguay, y por fin llego a la Argentina. Se dirigió a la embajada de su país. Encontraba siempre la misma respuesta negativa. Pero no desfallecía.

Realizó en Buenos Aires distintas clases de tareas. Finalmente abrió ese pequeño bazar al que aludimos al comienzo.

Y pasaron quince años más.

Estaba conceptuado entre sus vecinos como un templo de corrección y honestidad.

Con su accionar parecía decir: “El honor es como la nieve: una vez perdida su blancura ya no puede recobrarse. En cambio, el dinero es como el agua salada; cuanto más se bebe, más sed produce”.

Su mayor ilusión era poder volver a Noruega. Su corazón albergaba siempre la esperanza de reencontrarse con sus seres queridos. Algo le decía que estaban con vida.

Sus hijas tendrían ahora veintitrés años. ¿Se habrían casado? ¿Tendrían hijos? ¡Y su Ingrid? ¿Pensaría en Jurgen? ¿Dónde estaría ella?

Quizás a través de la distancia ella festejaría espiritualmente junto a él esa noche precisamente sus bodas de plata ¡Veinticinco años de casados! ¡Y estaban tan separados!

Su herida, aparentemente cerrada, seguía sangrando. Porque esos recuerdos viejos la traían con total intensidad dolores nuevos.

Pasaron pocos meses más y una mañana, que a Jurgen le pareció más hermosa que nunca, una carta llegó a sus manos. Venía de Suecia. Creyó reconocer la letra. Temía abrirla. Por fin se decidió. Con manos temblorosas rasgó el sobre. Sí ¡era de Ingrid! Había además una foto de su esposa junto a dos hermosas y espigadas muchachas rubias.

Tres meses después, un día de abril de 1961, un hombre alto, con sus cabellos ya totalmente blancos pese a sus cuarenta y siete años llega al aeropuerto internacional de Ezeiza. Es Jurgen. Se dispone a esperar la llegada de un avión. Se siente inmensamente feliz.

Cuando el pájaro de acero aterriza suavemente y se abre la portezuela, no puede creer lo que ven sus ojos. Sí, está su familia: su esposa, sus hijas, su vida toda.

Y este hombre sencillo-y sencillo no es simpleza-, este modesto inmigrante noruego que había demostrado que puede vivirse sin presente, pero no sin futuro, trae a nuestra mente el aforismo con el que encabezamos esta historia:

“Respirar no es vivir”



De “Sembremos”

Lengua incomprensible- Conrado Nalé Roxlo (Chamico) (1898-1971)




Señor Juez de Turno: Ayer como a esa de la media siesta-que el funcionario infrascripto tuvo que interrumpir- en cumplimiento de su deber, como lo hace siempre que se cuadra estén o no al día los sueldos se presentó en esta comisaría un automóvil chapa de la capital, y expresó por boca de uno de los ocupantes, lo siguiente: que vino a ser menos que nada por hablar en un chapurreado de gringo ( con perdón de su cara)tan bozal que tuve que decirle varias veces que guardara estilo hablativo, pero él como si le hablara en turco, que desgraciadamente no lo era tampoco porque esos se hacen entender hasta por los propios chanchos, sin ofender, que no hace mucho un mercachifle de nombre Alí se llevó con engaños un lechón de doña Primorosa Rebollo, prima del mismo, porque eran primos hermanos y se supo por las pezuñas que dejó tiradas en un bajo donde se lo comió a la turca, según opinión del agente de su comisaría, Romualdo Porriño, por mal nombre el Gallego Parlamento, que dice que lo sabe por el olor de una salsa de la que también se encontraron rastros identificables en el lugar del hecho y no pudo ser habido por culpa del jefe de la estación ferroviaria, que se negó a poner a disposición de esta autoridad, un servidor, una locomotora para perseguir el tren de carga en que se fugó con lla panza llena del lechón abigateado y dando por excusa el dicho mal funcionario ferroviario que podía producirse un choque dado que circulaban otros trenes por la misma vía lo que demuestra su falta de espíritu para colaborar con la justicia, porque la locomotora podía ir pitando y pitando . Pero no debe extrañarse Usía porque todos los funcionarios de por aquí, así se llaman ellos, son más o menos de un mismo pelo, y más llenos de mañas que petiso bichoco y con más vueltas que escribano de registro y cada cual tiene su librito y de ahí no se los puede sacar, como el jefe que pretende anteponer el horario( siempre atrasado ) al Digesto Policial, que viene a ser como si yo quisiera comandar más que Usía:; y a todo esto, señor Juez, el gringo del auto seguía lengüeteando al divino botón que era una Babel. De haber sido italiano todo se arreglaba porque yo los entiendo bastante bien y hasta me sé más de una canzoneta aprendida en la fonda “L’America Fatta”, fuera de horas de servicio, se entiende. Inglés tampoco era, porque hice llamar al hijo de Lavagnino, que está estudiando en la capital, pero ahora no por encontrarse en vacaciones y le preguntó:

-¿Vus te pingles?

-Guau-le respondió el connacional- vaya a saber de quién, con lo que se alborotó la perrada, y el muchacho que es muy despierto dijo que inglés no era y que iba a hablar en francés y le preguntó:

-¿On parlais francaise?

-¡Miau!- respondió, poco más o menos el sujeto y los gatos comenzaron bufar; tengo muchos por las ratas, que a mi señora le dan alergia, y se lo comen todo.

Tampoco era francés y como el chico de Lavagnino no sabía más idiomas, le di una entrada para el circo, que siempre me mandan varias y lo despaché. Y ahí nomás me recordé que en el programa del circo figuraba el Capitán Opopponoff, domador ruso de osos polares, lo mandé buscar de oficio, de oficio de intérprete. Se vino diligentemente como estaba, es decir, de domador de fieras y seguido de todos los chicos del pueblo. Le expresé mi deseo de que le hablara en ruso al desconocido del auto, y viera, señor Juez, aquel hombre tan grandote y tan bien vestido se me largó llorar como una criatura huérfana y me confesó en un aparte que era tan ruso como usted o como yo, que lo del programa era puro teatro y que no lo hiciera quedar mal ante el público porque el dueño del circo lo iba a echar y ¿y adonde iba a ir él con tres guachos y vestido así? Tuve ganas de ponerle una multa por simulación de nacionalidad foránea, pero me dio lástima y lo despaché. Era de Trenque Lauquen.

Y el gringo seguía hablando y exigiendo que se le tomara exposición supongo, porque a cada arato me ponía la pluma en la mano y me hacía seña de escribir. Pero ¿qué diablos iba a anotar yo lo que decía, si no decía nada en cristiano? ¡Qué situación¡ ¿Se da cuenta Usía? Por fin encontré una solución decente para salvar las apariencias de la repartición y su buen nombre y honor, de paso, dado que el prevenido se expresa en forma incorrecta, ya que no es correcto hablar de lo que no se entiende, le apliqué una multa, en forma condicional, ya que no se lo podía hacer entender y mandando a los agentes que lo cargaran en el auto le mostré el camino y le hice unas cuantas castañetas que es el signo universal de “rajen” como vulgarmente se dice y comprendió y se fue aunque siempre gritando en loco, que ahora creo que es el idioma que hablaba.

Pongo en su conocimiento estos hechos por si llega la protesta de algún cónsul extranjero y dejo a salvo mi responsabilidad de funcionario honesto y esforzado. Tengo un dolor de cabeza…

Agapito Cardoso (Comisario)

De “Sumarios policiales”