viernes, 9 de agosto de 2013

"DE QUÉ MAR SERÉ, QUE EN ÉSTE NAVEGAR NO PUEDO"--NÉLIDA OJEDA


La frase que sirve a la vez de título, la leí hace un tiempo y no recuerdo su autor. Fue
leerla y quedar grabada en mi mente, tal vez porque una parte importante de mi
personalidad se identifica con ella.
Vivo en un mundo atrapado por una tecnología que llega tarde para insertarme en
ella y conocer sus secretos. Un mundo donde los valores fueron desplazados por los
antivalores y ocupan el primer plano de la vida. Donde la mentira se ha instalado con
fuerza y se filtra con ingenio y audacia en todos los estamentos de nuestra sociedad,
creando confusión, desplazando la verdad con argumentos difíciles de combatir.
La agresividad es otro regalo de esta época. El diálogo es el gran ausente y sale
airoso el que grita más fuerte.
El desprecio por la vida del prójimo y muchas veces por la suya propia, nos causa
estupor y aparece ante nuestra vista un fantasma: el miedo, que anula y entorpece el tránsito
por el ámbito que nos rodea y nos impide disfrutar gran parte de lo bello que la naturaleza nos
ofrece.
Es cierto que hay cambios favorables: la medicina avanzó con pasos rápidos y
magistrales, combatiendo enfermedades, cuya curación era desconocida por la ciencia
médica. Aparecieron aparatos sofisticados para encarar la lucha entre la vida y la muerte,
que permitieron a los estudiosos de la salud logros importantes. La aparición de la
computadora nos dio comodidad y rapidez para trámites que antes ocupaban horas de
nuestro tiempo.
El avance de la telefonía permitió la prontitud del mensaje y nos insertó en un
mundo sin fronteras.
Todo esto es cierto, lástima que muchas veces se tergiverse el objetivo de estos logros
magníficos, desviándolos por caminos equivocados o haciendo de ellos uso discriminado
para el mal.
Me acosan ¡deas profundas y contradictorias, preguntas que no tienen respuesta y siento
entonces que me cuesta navegar en este mar, donde las turbulencias sacuden la paz que
necesita el espíritu para el tránsito feliz que Dios nos otorgó al darnos la vida, regalo precioso
que debemos valorar y cuidar.
Último escrito que Nélida Ojeda nos entregó para “Polígono”. Diagnóstico y síntesis
de su visión del mundo. Mujer activa y de convicciones, escrutadora de la realidad
circundante. Elevada en búsqueda de otras dimensiones. Admirable en muchos aspectos.
Sigue entre nosotros. C.F.

PASADO-PRESENTE/ PRESENTE-PASADO--MIGUEL MADRID

Emergen de las sombras
los viejos fantasmas
trayendo cenizas del pasado.
Quieren instalarse
en la diáfana tarde
del presente.
Agitan su figura para envolverme
en sus intenciones
de recorrer huellas que ayer transité
El murmullo de voces lejanas
quieren revivir las palabras
que estuvieron conmigo cada día
Es otoño y la imaginaria caída de los años
no interrumpe la música sin estridencia
que reina alrededor
Mis fuerzas quieren acompañar
a la mariposa tardía
que emprende el vuelo hacia el cosmos
La seguiré en la firmeza de vivir
aún a riesgo de arder
cuando yo acaricie el sol.
Poeta del amor. Hombre de la amistad. Estoico hasta el final. C.F.
APLAUDIDAS INTERPRETACIONES DEL DÚO:
PASCUZZO (guitarra) - ARAYA (flauta)
8 de junio de 2013
“Garúa”: A. Troilo-E.Cadícamo
“Caminito”: J. de Dios Filiberto- G.Peñaloza
“Romance de barrio”: A-Troilo-H.Manzi
“El pollo Ricardo”: L. A. Fernández
“Tres amigos”: E. Cadícamo
“El amanecer”: R. Firpo.

LA CITA--VIVIANA WALCZAK

Seguirán las hojas otoñales esparciéndose en la
brisa, entre llantos y alegres risas.
Perpetuarán, en vano soporte, las cruces de los
cementerios al cruel delirio del viviente. Rotará el
saciado continente albergando las serviles
vanidades que, en lento peregrinar, algún día, junto
a sus amos, hacia insondables sitios, irreversibles,
partirán.
Se rendirán a las olas las blancas playas y con
densidad ociosa, se interpondrán las rocas, en inútil
intento, a la furia del mar. En tanto, mi gola
sedienta de paz, sin añoranza, del ilusorio
escenario, volitiva, faltará a la cita.

BERNARDO GONZÁLEZ ARRILI--OLGA M. LEVY


Amaba profundamente a su país, rincones y características de su tierra fueron descriptos notablemente, con
singularidad.
Lo rescatamos porque su estilo quedó tallado entre los más brillantes escritores. Y para convalidar la
inquebrantable autoría de sus escritos, evocamos con honor, orgullo y placer la valiosa personalidad de González Arrili.
Nos atrevemos a esbozar unas palabras acerca de la vida literaria y periodística de la polifacética figura.
Nació el 18 de octubre de 1892 -en San Telmo- y vivió en varias provincias del país. No traspasó las fronteras, era
un argentino impregnado de las más nobles tradiciones nacionales. Tuvo el privilegio de una vida longeva colmada de
talento y creatividad. Falleció el 31 de julio de 1987 -a los 94 años.
Un precioso y mordaz lenguaje acompaña la lucidez de sus artículos periodísticos, de sus novelas, y sus
profundos análisis identificados con las causas nobles de la realidad.
Su carácter periodístico abarcó diferentes y diversas temáticas del quehacer nacional, de acuerdo con el contexto
histórico, geográfico, social y político del país. Su luminosa mente -abierta a las vicisitudes de la patriano
se amilanaba ante los requerimientos de la época. Al contrario, su corazón se encendía, por lo tanto sus escritos
resultaban más vigorosos y atractivos.
Durante más de setenta años expresó sus inquietudes a través de su labor en la prensa. Hurgaba, investigaba y
escribía incansablemente. Los temas no se agotaban, eran creados y recreados por su estilo. El diario “La Prensa” tuvo la
suerte de contarlo entre los colaboradores más destacados -por más de veinte años.
Además participó activamente en “La Nación”, en diarios del interior y en muchísimas revistas.
Su espíritu inquisitivo, agudo y siempre sonriente, e inspirado con el fervor de los grandes maestros, expresaba
con alegría sus emociones de la cotidianidad, dando forma a su particular estilo. González Arrili decía: “ Si uno mira
bien, los diarios son un poco tristes. Así que he tratado que mis artículos de prédica tengan la posibilidad de un sonrisa.”
Ejerció como profesor durante tres décadas, su labor docente trascendió el ámbito de las escuelas y los liceos.
Era un maestro -vocación y sacerdocio- en las sulas, en el periodismo y en la literatura. Cuentos, novelas, biografías,
ensayos, libros de historia (52 libros publicados).
La vida lo acercó a distinguidos escritores: Vicente Blasco Ibáñez, Anatole France, Rubén Darío y muchos más.
Cultivó la amistad de Evaristo Carriego, de otros intelectuales y artistas bohemios; frecuentaba las tertulias de
los cafés literarios.
Fue precisamente Rubén Darío -el creador de “El Modernismo"- quien quedó impresionado por su estilo.
En 1911 le publicó en la revista “Mundial” -que dirigía en París- su primer artículo sobre la personalidad y la obra de
Carlos Guido Spano. Otros trabajos fueron publicados en la revista “Elegancia”. El espaldarazo de Rubén Darío le abrió
las puertas de “Caras y Caretas”, la más popular revista de la época, en la que colaboró hasta - prácticamente- su cierre.
González Arrili estuvo presente -no sólo en las letras sino también- allí donde había que actuar rápido y
eficazmente.
Niños enfermos amenazados por la epidemia de la poliomielitis, carencia de camas, de insumos... El Hospital de
Niños Ricardo Gutiérrez necesitaba la colaboración de todos, se encontraba en emergencia sanitaria.
Nuestro querido y recordado escritor, junto a su hijo Protasio - quien se desempeñaba como jefe de transmisiones
de radio “El Mundo” -y con el locutor Antonio Carrizo conversaron acerca de la escasez de cosas imprescindibles.
Pasaron avisos informando sobre la precariedad y premura del caso: renació la solidaridad. Las contribuciones -en
efectivo o bien en ropas- se acumulaban en rincones del hospital
La sala de redacciones de “La Prensa” fue de gran utilidad para esta contingencia, los colaboradores llegaban
hasta allí, también los institutos educativos y diversos centros culturales participaban en tan noble empresa. A través de
diferentes canales convergían aunándose para solucionar tal emprendimiento y concretar tan digna tarea.
Era importante actuar rápido y bien, repartir adecuadamente según las necesidades de cada uno. Finalmente,
luego de meditar cómo distribuir lo recibido, le encomendaron formar una comisión. Bernardo González Arrili fue
el fundador y primer presidente de la Cooperadora del Hospital de Niños.
La disposición y honestidad se reflejaba en todo su accionar y en su diáfana personalidad.
Su buen humor lo acompañó siempre, en todo el largo trayecto de su vida. Tal vez sabía “que el humor era la sal de
la vida, y de su vida.”
Apreciado, admirado y respetado por su conducta cívica, permanecerá entre nosotros a través de su pluma -su
delicada aunque punzante ironía- de sus libros y artículos periodísticos.
Algunos títulos: “Protasio Lucero”, "La ciudad reconquistada”, “La invasión de los herejes”, “ Andasolo”, "El pobre
afán de vivir”, Biografías de ilustres hombres, entre otros.

SINFONÍA OTOÑAL--JOAQUÍN MUÑOZ

Lentamente las sombras Van guardando la luz
Y la tibia tarde astral Nos brinda postrer caricia Un zorzal desgrana
su canto Saludando la tarde otoñal, que Ebria de ensueños y
melancolía De oro radiante, el horizonte Perfumada y suave la brisa
Arremolina hojas y recuerdos De un amor que partió Tranco idilio
que en mis labios Dejo por siempre el anhelo de beber El néctar de tus
besos encendidos De frescas rosas, su aroma, su color Dulces
recuerdos de aquel amor Que la noche piadosa cubrió
Con manto de silencios y olvido Que una viajera luna solitaria Cual
nocturnal y delicado orfebre Labra luminosa y radiante joya
Entramando hilos de plata con Suaves pétalos de jazmín, que Pinta
con sombras de la noche
Y luce cual diáfano cristal
La primera, y solitaria estrella
Y resuena gloriosa la serenata De una eterna sinfonía otoñal

PARSIFAL--SILVIA GATTO

Parsifal (1882) el Puro de Corazón,alberga el Ferviente anhelo de la Visión Divina . Es
este Deseo inconmensurable el que le impulsa a seguir . La posibilidad de encontrar el
Santo Grial y así, lograr la verdadera Paz y Liberación definitiva de su Alma , es lo que
anima su búsqueda .
El carácter de Parsifal no se arraiga en lo determinante de la Tonalidad , sino que se constituye a
partir de un Modo Melódico Gradual . Como Símbolo de la Divina Trinidad, los Tres Grados
Fundamentales^ en Ascendente Arpegio , inician cada Frase.
El Estremecimiento dirige la Intencionalidad del Canon Instrumental y el Silencio contiene en
íntima soledad la Meditación del Alma ante la Contemplación Beatífica.
El Coro no es la diversidad de la multitud , el Coro es , la única Voz de un Solo Individuo
Amplificado que Wagner sustenta como Principio Ideal en la solemne Procesión de su
Música. Dada la Extrema Concentración Temática , la densidad Compositiva de la Obra
sostiene la Estructura Armónica por Enlaces de Alta Complejidad Tonal .
Cromáticas Escalas que impulsan la Intensidad Discursiva encienden el Fulgor de una
Transparencia Sonora, en Comunión con el Motivo Religioso de Sublime Espiritualidad. Tal,
la denominación que asume Richard Wagner (1813 - 1883 ) para el Drama Musical de
PARSIFAL : FESTIVAL SAGRADO

IRIDIAGNOSIS- PABLO POST

                                                                                            A la memoria de Aristóbulo Echegaray
Mi  amigo A. andaba en cierto asunto no estrictamente profano del que nunca llegué a enterarme por completo. Como me consideraba cientificista resolvió consultarme al respecto. Unas líneas suyas, palabras más palabras menos, decían esto: “Estimado C.: necesito una pulgarada (como diría algún antepasado galaico mío) de dos polvos que por mero contacto den rojo. ¿Posible? Un apretón de manos.”
Antes del mensaje habíamos conversado del cuento de Scalabrini Ortiz “Los polvos verdes”, en que un químico cura a una mujer por sugestión. ¿El remedio? Dos sustancias pulverizadas de amarilla y azul, respectivamente, deben mezclarse  en la oscuridad, en día y horas precisos. Sin duda, se obtiene polvo verde; pero la mujer, analfabeta y solitaria, cuando abre la cajita de los polvos queda estupefacta ante el cambio. El estímulo, que actúa benéficamente sobre su obsesión, provoca un efecto inesperado.
En el pedido de mi amigo, claro está, hay un obstáculo insalvable: el rojo –color primario- no pude obtenerse por mezcla de otros colores. Claramente A. participaba de la elemental conclusión que si vencíamos la imposibilidad, ésta obraría sobre el asunto de manera mágica, aunque yo no conociera el sujeto de la experiencia.
Empiezo por investigar acerca de los colores. Sabemos que la luz llamada blanca, la que nos ilumina, está formada por la mezcla de los siete colores del arco iris. Un objeto es rojo, por ejemplo, porque es la onda de luz coloreada de rojo que no absorbe; otro objeto es negro porque absorbe todas las ondas luminosas que componen la luz;  otro cuerpo es blanco porque no absorbe ninguna onda luminosa y la combinación de todas – como digo más arriba- da blanco. Sucintamente: cada objeto se viste del color que tiene porque son las ondas luminosas que no absorbe.  Esas ondas solitarias o bien combinadas determinan el color.
¿Y los colorantes? El colorante –maravilla del ingenio humano- es algo físico: concreto y extenso. Una precisa configuración espacial otorga propiedades  colorantes a las sustancias. El colorante – valga la tosca comparación- es una suerte de edificio cuyas dimensiones y posiciones deben armonizarse cuidadosamente. Por otra parte, nuestro órgano de la visión está dotado para captar sólo un corto segmento del vasto territorio  lumínico que es patrimonio del Sol. Que vemos apenas unas pocas parcelas lumínicas de las muchas existentes. Hay territorios (ondas) más allá del rojo y del violeta – los dos topes o extremos del espectro solar. El colorante, esa especie de edificio, tiene por objeto disfrazar la monotonía del gris, captar las distintas ondas coloreadas, fijarlas. Si me detengo en estos aspectos, algo áridos, de los colores y de los colorantes  es para que  se medite sobre la necesidad de una acción  revolucionaria, a fin de modificar nuestros conceptos tradicionales. Ya sea sobre los edificios moleculares, ya sea sobre los órganos de captación. Necesitaba volcarme al estudio sistemático de los colorantes y al análisis completo de los mecanismos del ojo.

Renuncio al ceniciento trabajo de analista asalariado para dedicarme todo el tiempo a la investigación. Compre una buena gama de colorantes en existencia. Improviso con dinero prestado un laboratorio en el departamento donde vivo. Vendo muebles, disputo con mi familia, me aíslo de los amigos. Me transformo en un novísimo doctor Griffit, el  hombre invisible de Wells.
Un objeto es rojo –reitero- porque es la onda coloreada que el objeto no absorbe. Este principio, al parecer inconmovible, constituía mi punto de partida. Explico: Si en un edificio se pudiera colocar el segundo piso en el décimo y hueco que resulta de tal quita comunicarlo con la planta baja; si los ascensores en lugar de bajar y subir se deslizaran laberínticamente; si en lugar de puertas hubiera algún oculto mecanismo que nos llevara hasta la puerta del subterráneo más próximo; si los departamentos fueran móviles y se pudiera meterlos uno  dentro del otro a manera de cajas mágicas; en fin, si todas las fantasías y desmesuras fueran posibles, las personas razonables no aceptarían vivir en semejantes engendros. Con los colorantes es posible el juego de las desmesuras. Es posible el agrandamiento y la reducción; agregarles oxígeno allí, o carbono y nitrógeno aquí, o bien volárselo; abrir huecos en la base o en la cabeza de la molécula, jugar a las construcciones con hexágonos o dodecaedros o ambos al mismo tiempo. En consonancia con tal libertad, practiqué infinidad de combinaciones y de mixturas dentro de herméticos balones transparentes y acodadas retortas. Uní, armé, destruí, recorté…pero no pude lograr ningún colorante que refleje azul y amarillo para obtener rojo. Siempre aparecía el tradicional verde. El rojo no aceptaba ser obtenido por mezcla alguna, seguía siendo color primario.        
Tras la infructuosa  primera etapa, me introduje resueltamente en la fisiología. Mi propósito era el siguiente: Ampliar lo más posible la captación del segmento  luminoso a través  del ojo. Quería que pudiéramos advertir más ondas luminosas, talvez colores ignorados. Que nuestra retina tuviera más capacidad combinatoria: que en lugar de siete colores u ocho conquistáramos todos los colores del espectro visible e invisible.  Destruiría de tal manera la férrea limitación  de los colores clasificados en primerias y secundarios y, por consiguiente al antiguo determinismo.
                Compré muchos gatos, perros y ratas de la India. Les estudié prolijamente la retina y, en general, el órgano de la visión. Secciono músculos y membranas; introduzco modificaciones dentro de los conductos y nervios; interrumpo  circuitos naturales e inauguro otras conexiones. El departamento laboratorio queda aatravesado de ladridos y mayidos.
Resulto amonestado por la administración por causa de dolor de las pobres bestias (aclaro que operaba con anestesia, pero los posoperatorios no podía controlarlos a voluntad) además, los pestilentes olores que escapaban de mi departamento habían soliviantado a los vecinos que me llamaban la “Bestia del 2º A”, o algo por el estilo. Los `pocos animalitos que conseguían huir de mi curiosidad científica –ciegos o tullidos- andaban perdidos por el edificio de tal manera metamorfoseados que metían miedo y angustia. Pero el rojo seguía invicto. El asunto, quizá, habría sido menos subjetivo si hubiera podido experimentar sobre seres racionales. En tal supuesto la descripción de lo vivido tendría inapreciable valor; pero, ¿dónde adquirir seres humanos capaces de sacrificarse por mi sed experimental, inducida por un amigo?

Frente a la montaña de colorantes y materiales de laboratorio; el departamento laboratorio colmado de ratas, perros y gatos (vivos, heridos, torturados y muertos) sin un solo peso,  débil, hambriento y deprimido, me desmayé. Dijeron que salía sangre por mis comisuras. Dejo que los detractores se apoderen de mí.
Me han llevado a cierta casa salud en Merlo. Allí pasaría una temporada rodeado de verde y delantales grises. Mi  postración aseguran los enfermeros se cura con mucho verde, algunos pinchazos…y torniquetes para calmarme.

Extensa carta escribo a mi amigo. Él había despertado el estro en mi cabeza; él estimuló hasta el delirio mi amor por lo imposible. Quería, tarde sin dudas, informarme debidamente del asunto que principió todo esto. ¿Acaso recitar el origen de las cosas no ayuda a olvidarlas? Ahora a mí se me da por la literatura y por las ciencias aleatorias.
Vino a visitarme. Me cuesta reconocerlo (observo que él también mira como extraviado. Hasta dudo que fuera él. La voz grave, impostada, que me seducía le había cambiado. La de ahora, metálica y distante, me alejaba del amigo, metido en ropas muy holgadas y detrás de lentes irregulares y negros, oye mis protestas. Murmura que él había dado por terminado el asunto; que solo vino a verme por mi insistente carta. Había orientado sus búsquedas por otros caminos. Prefirió –ante todo- el  uso de las fuerzas extrasensoriales desperdiciadas por el hombre positivista. Esos enormes campos magnéticos que nos rodean y tanto influjo ejercen en silencio sobre el hombre. No creía en sistemáticas búsquedas analíticas ni mecánicas ni químicas ni biológicas. Cuando le pregunté porqué  rechazaba las ciencias, recitó dos principios que vienen desde muy lejos: “No debe esperarse ningún conocimiento verdadero de las cosas sensibles: La escala de observación crea el fenómeno. Corolario: Si pudiéramos ver más profundamente- ha dicho Guye- veríamos el color como una sucesión de puntitos grises. El color no existiría. Dentro de nuestra escala  de observación es imposible ver otra cosa diferente de la vemos. Creamos el fenómeno. La ciencia de laboratorio no me interesa en absoluto.” Me deja su último libro –supongo que autografiado- e impasible se despide de mí.    
Durante el día un objeto es rojo porque es la onda luminosa del mismo color que el cuerpo no absorbe, la rechaza…Lo medito, pero cosmológicamente. Por las tardes, dentro del considerable verde que rodea la casa, gusto de gambetear entre los pinos y los eucaliptos. Sigo en cuclillas el itinerario interesado de alguna hormiga, o me quedo escondido entre las flores hasta que anochece. Espío a la mamboretá artera dispuesta a deglutir la cabeza del apasionado macho. Acepto estas presencias sin preguntar por qué están, ni cómo son.  La urbe tumultuosa e inútil de los insectos al rededor de ese minúsculo rey sol de 100 vatios.

Es una tarde que promete terminar  como tantas otras; aún quedan retazos de la luz, antes que me sujeten al catre. Entre el verde surge una presencia nueva. El pájaro raro que supongo desorientado o herido. Me acerco silenciosamente, pero no tanto como los gatos: el pájaro no parece inmutarse por mi presencia. Lo tomo de atrás, por las dos patas, y vuelve la cabeza hacia mí y compruebo su rareza. Semejante a un búho: los ojos enormes, redondos como medallones de mar azul y dentro del círculo dos manchas amarillas que relumbran. Imagino cosmológicamente que de ese azul y de ese amarillo, tan puros, se obtendría un espléndido verde mar. Tiene mirada inteligente. Tironea para desprenderse; quiero retenerlo unos momentos más. Por Merlo son rarísimas esas especies, diría que míticas. Mientras se agita ante mi curiosidad, me abismo en esos dos escudos azules de núcleo amarillo. Quizá aprieto demasiado sus patas; lo cierto es que oigo claramente un chirrido rotundo, como si algún hueso de vidrio dentro del pájaro se hubiera quebrado. Veo que el amarillo del centro comienza a difundirse dentro del azul de los ojos. Son finas estrías…hasta que se incorporan del todo dentro del azul. Y surgen de improviso como condensaciones, como burlas condenatorias, dos ascuas rojísimas que me enceguecen. El “imposible” se suelta de mí. Voy gritando “vi el imposible…vi el imposible” “¿Acaso no lo veo?”…
¿Hasta cuándo seguiré viendo todo entintado de rojo?       


EL REFUGIADO--NORBERTO PANNONE

La brisa helada abofeteó su rostro. Alzó las solapas del raído sobretodo y hundió
con pesar sus manos en los bolsillos.
Corría el mes de julio y el frío del invierno congelaba los sueños. El césped, se había
teñido de amarillo enfermizo.
Con desesperación, el hombre añoró la primavera, pero ella estaba lejos, tan
lejanamente lejos como su patria y los rubios recuerdos en brazos de su madre.
Siempre le había temido a todo lo extranjero. A la multitud. A la distancia. Recordó
como había llorado aquel primer día de su arribo.
Su lenguaje resultó estéril. Sus gestos, ambiguos.
Atravesó la Avenida del Libertador, llegó hasta el monumento a los españoles y se
miró en las aguas heladas y sucias de la fuente, después, hundió su cabeza
definitivamente.
El recuerdo final, fue el rayo de sol anidando en su torso desnudo, allá, en su
amada Belgrado.
Asustado, alcanzó a divisar la voluta de pólvora encendida del franco-tirador y el
cuerpo de su hermano dormitando en un charco de sangre.
Era primavera… y abundaba la miel
Casi de inmediato, sucumbió el hambre y la nostalgia.

NO SABERLO A TIEMPO--MARÍA FERNANDA CARBONE

                                                                                                                                  a Gerardo G.

Roberto era un hombre de mundo, había recorrido casi todos los países de Europa y también viajó a
EE.UU. por su trabajo. Tenía cuarenta y seis años, era buen mozo, seductor, alto y elegante. Tuvo algunos
romances pero como viajaba constantemente ninguno concluyó en matrimonio.
Además él era muy libre, ya se había acostumbrado a esa vida. Sin las responsabilidades de ser padre y
esposo.
Pero cierta vez viajó a Madrid de vacaciones y conoció a una morena joven y bella y le pasó algo que nunca
antes. Se sentía tan a gusto con ella, que cuando tuvo que regresar a Argentina tuvo tristeza al despedirse de
Carmen. Ella prometió escribirle pero las cartas nunca llegaron y él tan ocupado siguió con su vida adelante.
Pasaron dos años y el destino lo llevó otra vez a Madrid. Llegó y empezó a buscarla pero nadie sabía de ella.
Poco después se enteró que había entrado en un monasterio.
Hacia allí partió y persuadiendo mucho consiguió verla.
Ella se sorprendió y se quedó callada. Él preguntó -¿Porqué? ¿Por qué nunca me escribiste?
Ella bajó la cabeza y contestó -Pensé que nunca volverías y yo no quería ser de otro hombre, para evitarlo entre
aquí, Dios me recibió con amor y ahora soy su esposa. Entonces te digo adiós y que sigas tu camino.
Roberto dio media vuelta y se marchó, por sus ojos corrían dos lágrimas.

MENSAJERA DE LA OSCURIDAD--MARY ACOSTA

Perdí la señal de la cruz
de
mi
misma,
tras cementerios de olvidos.
Entre musgos de tristezas
enterré
arrugados
silencios,
saqueadas caricias de raíz
y el polvo diario de un
límite
ciego
que a tientas, humedeció venenos
en la abismal garganta de los sueños.

NUNCA IDEALIZAR--MARÍA RAQUEL VARELA

                   a Florencia y Victoria

El amor idealizado a
través del cristal blanco
del prisma de la pasión es
amor transfigurado y no
es amor.
Tintes, luces y destellos,
increíbles fantasías plasmadas
en los colores de un magnífico
arco iris nos regalan utopías del
amor.
En ensoñación profunda
entramos en ese mundo
idealizado, inventado, iluminado
por un cegador fulgor.
La luz de amor que nos guía a
través del cristal blanco del
prisma de la pasión nos hace a
veces felices con momentos
increíbles y estados de
ensoñación, y todo eso tal vez
dure lo que una puesta de sol.

ECLESIASTÉS--JORGE CASTAÑEDA

Yo voy juntando estrellas en la noche callada
Y me brillan las manos con clarísima luz.
Yo maneo al lucero en plena madrugada
Y la traza conozco donde marcha la Cruz.
Yo sé que las Marías encuentran su morada
En el cielo más bello que se ha visto en el Sur.
Yo conozco las huellas del puma predador
Y voy por las picadas llevando mi verdad.
Yo he mirado la luna en todo su esplendor
Cuando viste de plata su clara vanidad.
Yo presiento en el aire el inquieto rumor
Que viaja en el cielo con voz de tempestad.
Yo levanto las piedras pulidas por el río
Y me subo a los montes del último confín.
Yo viajo con el viento como si fuera mío
Y abrevo en las vertientes un alba de carmín.
Yo conozco los nidos en el peñasco frío
Donde remonta el águila con su vuelo sinfín.
Yo conozco los vados del río en la espesura
Y del mar impetuoso he gustado la sal.
He mirado los pájaros que vuelan en la altura
Y pesado en mis manos la roca mineral.
Yo sé que hay en las cosas una cierta ternura
Y también muchas veces una pizca de mal.
He visto muchas cosas y todo es vanidad
Dice el Eclesiastés. Y también el hastío
Que en el alma nos deja no encontrar la verdad.
Ser falibles y pobres, menguado todo brío,
Esperando la barca que con cierta ansiedad
Para siempre nos lleve en las aguas del río.

VICTORIA ASÍS

Mi tierra, hecha de fuegos y fumarolas. . .
Desde mi pequeño reducto quiero nombrarte, Decepción, hecha de
hielo y fuego
Abordarte por los Fuelles de Neptuno
anclar en tu anillo de carbonilla caliente y recorrer
tu ensenada de guijarros y fumarolas.
Desde tus factorías veías llegar
al Puerto Deseado en busca de nuevas rutas
y el perfil de canchas de pesca.
Ni el frío o las erupciones han limitado su curso que lo llevan a
navegar y recalar en puertos del fin del mundo...

DIMAS Y GESTAS--JORGE LOMUTO

En medio de los dos, Cristo moría.
De un lado Dimas y del otro Gestas;
éste, negro rencor en sus protestas;
aquél, creyente y manso en su agonía.
A través de la tarde que caía
del luctuoso crepúsculo en las crestas,
al expirar, el buen ladrón, enhiestas
las alas, a los cielos ascendía.
El otro, prisionero del reproche,
naufragó, tras la página postrera,
en las sombras ocultas de la noche.
¿Por qué fue tan dispar la misma suerte?
¡Quién, escrutando, descifrar pudiera
los designios arcanos de la suerte!

Y DE REPENTE--LILIANA FERNÁNDEZ BLANCO

Y de repente...
Apareció la libertad
Esa libertad bendita
Ardiente y reciente...
Y también la sensación
Que estalla el corazón
y cuando mas grande es
la alegría, mejor es la vida mía!
El sol brilla más fuerte
El amor escapa por doquier
y tu que estas a mi lado
eres mi gran querer.
Paso las horas
en ti pensando, y
mi fe y mi autoestima
como una nube van aumentando.
En que forma sutil
llegaste a mi corazón
y a veces, y entre tus brazos
nublas mi razón.
Que suerte poder amarte
y sentir que por ti
(por amor) de mi angustia
puedo liberarme!!

EL CHISTE DEL SENTIMIENTO--LEONOR VITRÓ



El sentir de su sentir
el sentimiento no aclara,
pues solo no sabe nada
tampoco con qué explicar,
el singular argumento
que cuenta para contar.
Qué sería de su "persona"
si analizar pudiera;
pues si quiere a su manera
sin conocer .....su por qué,
el sentir de su sentir
es dueño del "no se qué"
Seguir internándose
sentido no tiene alguno,
iluminar si amanece
deja de ser oportuno,
pues concebir no entender
al silencio antecede,
y confirmarle no puede
a la consigna "vaga"
Sólo sé..... que no sé nada......!!

PRONTO TERMINA EL DÍA...-MARTHA DESPERBASQUES

Recupera el suspiro de la alcoba
que mantuvo aquel amor en tus pupilas,
testigo del ayer cuando me miras.
La jornada termina…
De nuestro tiempo hicimos tantas cosas,
por ese andar las tardes sin apuro,
a veces con heridas que no lloran.
Todavía te busco…
En las aguas profundas fuimos vuelo,
colmamos de ilusiones las alforjas
y partimos unidos para el puerto.
… hasta el decir del viento.
Bebo el confín sonoro de esas horas
por las que voy descalza hacia la cripta
donde la culpa vana sufre a solas…
Congoja, tras la dicha!

XXI--CORA CANÉ

Mis manos no pueden acariciar tu frente,
ni te alcanza mi voz en el recuerdo.
¿Por qué paisajes deambula tu
tristeza?
¿Quién marcha junto a ti en el
desvelo?
¿Quién enciende tus días
y tus noches?
Tus lágrimas, ¿quién las advierte?
Ninguna tristeza a la tuya se parece.
Ni hay dolor tan antiguo como el que
te atormenta

LÁGRIMAS-AUSENCIA--MARÍA CRISTINA DALBES

Morías en febrero
verano - sol - fruto.
Desde tu mano
un rosario de adiós, descendía.
Rezo y llanto
(madreselvas en tu espacio).
Los ojos tristes de la soledad
eran el musgo de tu universo.
Retablo de dolor
las paredes de tu alcoba.
El día agonizaba contigo.
Materia y color
se desvanecían con la muerte.
Eran una muerte más.
Lejos, muy lejos
la vida definía su presencia.
El ópalo de la despedida
era una potencia inacabable.
Se abrieron las puertas
hasta ayer cerradas.
Y el oficio inmedido
de la dualidad:
estar allá y aquí;
comenzó para ti.
Una calle se abre
para tu nombre
con su ventanal:
Dios - Milagro - Siempre.

DAVID ROSARIO SORBILLE--MI VIDA

Con el alma
alejada de las sombras,
lo cotidiano hace jornada
y mi mente navega
por los caminos
de la paz.
Con el alma
alejada de las sombras,
mi vida se acercó a vos
con el mensaje eterno
de mis recuerdos
y una lágrima en mi voz.

LEJOS--HAIDÉ DAIBÁN

Lejos está lo que fue.
Y es muy profundo, ¿quién lo hallará?. . .
(Eclesiastés)

Lejos está la muerte y tan cerca.
Lejos la derrota y enmascarada en el triunfo.
Lejos la decepción y late con las horas.
Lejos la pérdida y a cada instante.
Lejos el engaño par de la verdad.
Lejos puede ser hoy y ahora.

PACIENCIA--OSVALDO--BÉRANGER

Saber esperar cuando La mente
esté en "blanco" y nada sienta.
No desesperar, poeta, escritor,
aún en lo más hondo del olvido
la vida tiene sentido.

Los versos y la divina prosa
seguirán dándote las musas
como el perfume de las rosas.
Paciencia por los que tienen
que perdonar mis propios errores.
No hay males de unos y de otros
Si el alma serena está en nosotros
La razón suprema de vivir
es saber no atamos al rencor, ni a
la envida ni a los celos.
¡Qué la Paciencia sea todo amor!
Paciencia, por todos los que juran
y no depuran
sus responsabilidades ante la Patria.
Tener Paciencia, a la lacra de los vicios.
Saber pedir perdón,
pacientemente, sin temer a otros.
la Paciencia siempre tuvo hidalguía
en los labios de la alegría.

DIOS, MENTE DEL UNIVERSO--ERGOTO( DE BONAERO)

¡En el hombre hay un centro director,
así el mundo tiene un centro motor! Ateísmo
ridículo y absurdo
persiste en"'sü ceguera de palurdo!
¡De la nada surgió la Creación, por arte
de... prestidigitación!
¡Nunca fue necesario un Creador;
fue magia sin prestidigitador!
¡Y presta que te prestidigitando,
el pobre ateo sigue divagando!
¡Mente extraviada va sin dirección;
no logra captar su equivocación!
¡I la Fuerza Creadora lo ignora;
mas en el hombre sagaz, Dios aflora!
¡Dios -átomo inicial- se manifiesta, y quien lo
capta-siempre está de fiesta!

MIRANDO EL HORIZONTE--CATALINA MOLINARI

Es la luna, que se esconde,
jugueteando con la nube,
entre la luz,
y entre la sombra.
Y estoy aquí,
mirando el horizonte,
que a lo lejos, imponente,
se vislumbra.
Y en este azul,
de cielo tan brillante,
los duendes y la noche,
acuden a mi mente.
Vuelven así, las ilusiones
donde siempre,
la música reina,
y la princesa, la lírica poesía.

PENTAGONEANDO--CAYETANO FERRARI

1- Papá preparó pacientemente la utopía, y la dejó en la heladera para que solidificara. el niño goloso,
sin ser visto, se comió la utopía en minutos.
Todo se desvaneció instantáneamente, con un niño feliz dentro.
2- Sombra, si buscas un servidor fiel yo estoy a tus órdenes -Gracias, sufrido cadáver; yo, solo sombra,
ya decidí ir sola por entre ranuras y recovecos, que tú no comprenderías. Púdrete en paz.
3- Cualquiera sabe cuando una moneda cae de canto. Pero, ¿qué es sentarse “de canto”? Trataré de
explicarlo. Si en subte debo sentarme en un asiento contrario al sentido del movimiento del convoy, miro el
pasado, Cuando me siento en el mismo sentido del subte, miro el futuro. Estas dos opciones me parecían
siniestras e inevitables. Por eso intenté sentarme “de canto”. ¿Qué ocurriría?
Tras muchísimos intentos fallidos logré- por inmerecido azar-sentarme “decanto”, precisamente el subte. Es
una especie de cubismo viviente o repentino surrealismo. Ya no oía el chirrío de las vías, ni el traqueteo de
los vagones. Nada de voces alteradas, ni de órdenes contraídas, ni pitadas rabiosas, ni murmullos quejosos.
Lo veo todo “de canto”, oigo también de “canto”: pura ternura. El ver “de canto”, para un maniático como yo,
es visión mágica. Es como ver un átomo tal cual un sistema solar. Y sabía qué pensaba y deseabadistintamente-
cada uno de los pasajeros. En la mirada de éstos leía la pregunta:”¿Cómo pudiste sentarte de
ese modo? Inadmisible.”
Fueron segundos eternos. Luego, un giro, y ya no pude mantenerme “de canto”. Caí como un armatoste
sobre las circunstancias: el piso y el reló.
Bajé en la estación de rutina. Ya ninguno se asombraba de que yo caminara como todos.
Pero tuve unos segundos el sueño de la vida, dentro de un subterráneo, sentado “de canto”.
4- “Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí”- san Pablo a los Romanos”. Esta
fatalidad de estar vivo me llevó a las más audaces experiencias. Las inteligencias en verdad brillantes
sonreían condescendientes: “Lo suyo es inviable, puro sueño, imaginerías.” ¿Imaginerías? Elegí ser el
personaje de una película. Intenté el intercambio. El personaje volverse real y yo meterme en la película.
Desde la pantalla de un ordenador gigantesco, diseñado por mí, desde el laboratorio descargo el personaje el
personaje elegido mientras yo dormía. Estábamos interconectados la película, el personaje y yo mediante
electrodos de acero y sílice compactada. Por su parte el ordenador emitía una corriente catódica
desestructurante de millones de megavatios. Se trataba de una suerte de humanelectrólisis entre el
personaje del filme y yo. Lo más crucial resulta mi introducción en dos dimensiones (más tiempo medido) y
el surgimiento del personaje en cuatro dimensiones (más tiempo indeterminado). Aquí omito precisiones
crueles por cierto para el lector. Insoportable cuando me vi aplastado: dos dimensiones (más tiempo
medido).
De común acuerdo el personaje tetradimensional quiso probar ilusiones el la llamada “vida”. Yo, por
mi parte, bidimensional (más tiempo medido) quise representar siempre el mismo papel en la película.
Intercambié conscientemente mi libertad para evadirme de la contingencia. (Aunque dependiera de un
tercer hombre: el ignoto espectador. El libre albedrío del personaje tetradimensional ya escapaba de mi
actuación.)
5-Siempre creí hablar con Dios e imaginé ver el Cielo. Pero jamás oí palabra alguna y siempre me
cubrieron espesas nubes. Soy el extraño ideal que espera ser recibido por el Gran Ausente, que nunca
vendrá.
Llego hasta el límite. Seco, desilusionado. Miro hacia el vacío. Cuanto me rodea es silencio. ¿Qué habrá
detrás del fulgor de las estrellas? “Todas las dimensiones están esperándote para los paseos de otros
sueños”-acarició mi alma. (Inspirado en la poesía de E. Dickinson)

CELESTE PINTURITA--HÉCTOR SERRANO

Me levanté como todos los días con mi dolor de cintura. Fui a la cocina y puse agua a calentar para hacerme un te.
El mismo te de hace tanto tiempo. Poca leche. Poco azúcar.
Fui hasta el baño y me lavé la cara y me peiné. Me miré al espejo y vi mi cara. Ya cansada de algunos años.
Más tarde salí a la calle y comencé mi caminata de todos los días. Desde que me apareció esta isquemia coronaria el medico me
recomendó que caminara Una hora todos los días. Aparte de la medicación.
En la esquina me detuve sin saber para donde ir. Ya fui para el sur, para el norte, para el este y el oeste.
Tomé sin mucha decisión por la avenida hacia el norte.
Me dije: Otra vez el lago.
Cerca de casa hay un lago y dar toda la vuelta me lleva el tiempo que me aconsejó el médico caminar todos los días.
Las casas a través de los años, fueron cambiando. Solo quedan algunas de las casas que antes llenaban el barrio. Grandes edificios de
departamentos o altas torres las fueron reemplazando.
La casa del escultor, al morir, ya había sido demolida. En su lugar pisos y pisos y pisos. Alturas que los árboles no alcanzaban a tapar.
La vieja casona de aquella actriz famosa, no recuerdo si su nombre era Amanda o... bueno, ya no estaba y un supermercado la ocupaba.
El chalecito del político o juez, allí en la esquina tampoco estaba.
Cuando llegué al lago vi que seguían tirando abajo el viejo club de tenis, al que yo iba de joven.
Di la vuelta al lago. Les sonreí a las viejas señoritas, hermanas supongo, por lo parecidas, que también siempre dan la vuelta al lago.
Cumplido mi deporte diario de caminar resolví volver a casa.
Al pasar por el supermercado entré como lo hacía siempre para hacer algunas compras. No muchas. Leche, verduras y algún vino. En las
horas del mediodía siempre hay mucha gente.
Busque la cola mas corta y me puse detrás del último changuito.
Era solamente cuestión de esperar. Delante de mí, un hombre miraba su carrito, sin decidirse que había comprado todo o faltaba algo.
La leche había aumentado, las galletitas también, Ni hablar del pollo. El hombre de adelante se dio vuelta.
Me dijo: ¿Me cuida el lugar? Me olvidé algo.
- ¡Cómo no! - le contesté y seguí pensando en el atún y el helado que iba a comprar para Pascua.
Mi hermana viene a visitarme de vez en cuando. Para Pascua siempre y trae la rosca que comemos primero con el mate y después con un te
y mientras nos contamos las cosas ya sabidas, “mis hijos, los suyos, el tiempo, la vida”
L a cola avanzaba y el hombre no había regresado. Miré para atrás. La Cola viboreaba entre las góndolas.
Pensé: No recuerdo su cara. ¿Volverá? ¿Lo reconoceré?
Si, me dije, por sus ojos. Eran de un celeste muy claro, De algún cielo, de algún mar, un celeste como de pinturitas.
Mis ojos son oscuros, muy oscuros
- Ojos andaluces - decía mi madre Ojos de árabe.
Y si, volvió el hombre.
- Muchas gracias señor - me dijo
- No es nada. Por favor.
Y miré sus ojos celestes. Muy celestes.
- Me había olvidado de algo.
- A todos nos pasa.
La cola avanzó, pagué y volví a casa.
Soy profesor de Historia, recién jubilado, con hijos ya grandes. Casados. Lejos.
Algún llamado telefónico, un mail, nunca una carta.
De noche, después de comer veo televisión o escucho radio. Algún informativo, algún programa de las cosas que pasan en el país y en el
mundo y de las que no pasan, que son las más.
Leo, escribo, investigo, busco datos en Internet.
Tengo amigos. Con algunos como, con otros tomo café, con otros, simplemente charlo.
Al día siguiente, al levantarme, soy bastante metódico, fui a la cocina a calentar c\ agua, al baño a lavarme la cara y a mirarme en el espejo a
ver si hay alguna cana nueva.
Al salir saludé al encargado. Esos encargados que no sonríen ni porque esté de moda y busqué mi rumbo.
Hoy iremos para el lado de la estación del tren. Y hacia allí fui. Recorrí los andenes varias veces Subí y bajé el puente. Vi pasar varios
trenes y caminé por los alrededores.
Al volver para casa una señora mayor me dijo:
- Disculpe señor, pero ¿me ayudaría a cruzar las vías? Me dan miedo, ¿sabe? Puedo engancharme un taco, no se...
- Como no señora. - y la crucé Me dio las gracias.
- Disculpe, son cosas de vieja.
- No diga eso. A todos nos pasa.
Y al mirarla a los ojos vi que eran del mismo celeste del hombre de ayer. Ese color cielo, de lápices de color.
No pasó mucho tiempo para que volviera a ver el mismo color de ojos. Alguien me preguntó por una calle y vi su mirada celeste.
Y recordé que donde yo daba clases, en el colegio, casi todos tenían Los ojos celestes.
Hoy al levantarme, como todos los días, fui a la cocina, encendí el gas, puse la pava con agua para el te.
Fui al baño. Me lavé la cara y al secarme quise buscar alguna cana en el espejo.
Solo vi mis ojos celestes. Celeste de algún cielo, de algún mar, un celeste de pinturitas.
ACLARACIÓN: “CELESTE PINTURITA” se publicó incompletamente en el Nº 58 de “Polígono”. La presente versión corresponde al
texto integral.

MERA SUGESTIÓN--FERNANDO SORRENTINO

Mis amigos dicen que yo soy muy sugestionable. Creo que tienen razón. Como argumento,
aducen un pequeño episodio que me ocurrió el jueves pasado.
Esa mañana yo estaba leyendo una novela de terror, y, aunque era pleno día, me sugestioné.
La sugestión me infundió la idea de que en la cocina había un feroz asesino; y este feroz asesino,
esgrimiendo un enorme puñal, aguardaba que yo entrase en la cocina para abalanzarse sobre mí
y clavarme el cuchillo en la espalda. De modo que, pese a que yo estaba sentado frente a la
puerta de la cocina y a que nadie podría haber entrado en ella sin que yo lo hubiera visto y a que,
excepto aquella puerta, la cocina carecía de otro acceso; pese a todos estos hechos, yo, sin
embargo, estaba enteramente convencido de que el asesino acechaba tras la puerta cerrada.
De manera que yo me hallaba sugestionado y no me atrevía a entrar en la cocina. Esto me
preocupaba, pues se acercaba la hora del almuerzo y sería imprescindible que yo entrase en la
cocina.
Entonces sonó el timbre.
—¡Entre! —grité sin levantarme—. Está sin llave.
Entró el portero del edificio, con dos o tres cartas.
—Se me durmió la pierna —dije—. ¿No podría ir a la cocina y traerme un vaso de agua?
El portero dijo “Cómo no”, abrió la puerta de la cocina y entró. Oí un grito de dolor y el ruido de
un cuerpo que, al caer, arrastraba tras sí platos o botellas. Entonces salté de mi silla y corrí a la
cocina. El portero, con medio cuerpo sobre la mesa y un enorme puñal clavado en la espalda,
yacía muerto. Ahora, ya tranquilizado, pude comprobar que, desde luego, en la cocina no había
ningún asesino.
Se trataba, como es lógico, de un caso de mera sugestión.
[De El mejor de los mundos posibles, Buenos Aires, Editorial
Plus Ultra, 1976.]

viernes, 2 de agosto de 2013

TREN DE PUEBLO--MARTA MANNA



YA NO ATRAVIESA LOS CAMPOS,
TAMPOCO SE OYE EL FRAGOR,
DE ESA MOLE IMPRESIONANTE,
MOVIDA POR EL VAPOR
SOLO QUEDA EN LA MEMORIA
EL SILBATO DE LOS TRENES,
VACIO DE PASAJEROS,
SILENCIOSOS LOS ANDENES
LA TROCHA YA NO SE VE,
CUBIERTA ESTÁ DE MALEZA,
RUINOSAS DUERMEN LAS VÍAS
BAJO UN MANTO DE TRISTEZA
SOBRE RIELES OXIDADOS,
VAGONES ABANDONADOS,
MORADA DE MUCHOS POBRES
SE DIVISA EN LOS POBLADOS
LEJOS LLEVARON LAS RUEDAS,
LOS SUEÑOS, LAS ILUSIONES,
QUE QUIZÁS FUERON TRUNCADAS
COMO ESTÁN LAS ESTACIONES
SE PERDIÓ EN EL HORIZONTE,
EL HUMO DEL VIEJO TREN,
BORRADAS ESTÁN LAS HUELLAS
DEL VIAJERO EN EL ANDÉN.

CUANDO EL ARTE SE EXPRESA CON EL ALMA--DAVID A. SORBILLE


A "Eterno retorno" de Susana Fernández Sachaos( 1999)


Cuando el arte se expresa con el alma
hay un retorno asegurado a la semilla
una placidez que despierta una sonrisa
una contemplación como único fin
en un instante milagroso de la noche
un silencio pletórico de sueños
una bella razón que la inspiraba
al compartir la plenitud de su tiempo
con esa eterna cadencia que disipaba
las sombras y el vacío de las despedidas
porque su materia era el misterio de la vida
y esa fidelidad a la soledad creadora
que era el sentido de su lugar en el mundo
y la expresión inolvidable de su arte

EL ÚLTIMO GIRASOL--MARCOS RODRIGO RAMOS



Ian se separó del resto del grupo y llegó al cuarto que debía inspeccionar. Cuando
entró lo sorprendió lo que vio en la pared, un rectángulo de un material duro y dentro de él
una especie de tela con lo que presumiblemente era un gráfico o una infografía pero con un
diseño que él nunca había visto. Casi no tenía líneas, era prácticamente colores rojos
mezclados con naranjas y amarillos y a su alrededor líneas curvas como dedos y brazos
verdes. Todo parecía estar contenido en un recipiente y dentro de él una palabra: “Vincent”.
Ocurrió entonces que cerró los ojos y se vio transportado a otro espacio lleno de colores, de
aire fresco y perfumado, de amplitud y libertad, de sol, de una música incomprensible que
lo acariciaba. Cuando abrió los ojos estaba llorando. Escaneó la imagen y la envió a la
Central. Le ordenaron que se alejara lo más rápido posible. Obedeció pero llamó porque
seguía muy conmocionado.
-¿Qué era eso?
-Eso es una forma de graficación antiquísima llamada “cuadro”.
-¿Graficación de qué?
-No entiendo su pregunta.
-¿Qué eran esos colores?
-Esos eran girasoles.
-¿Qué son los girasoles?
-Son flores.
-¿Qué son las flores?
-Son plantas.
-¿Qué son las plantas?
-Eso que tiene adelante es la graficación de una planta.
-¿Pero entonces es verdad que alguna vez existieron las plantas, las flores, los girasoles
en la Tierra?
-Agente Ian, por favor. Son leyendas, cuentos para niños, graficaciones de simples
invenciones populares o de algún artista excéntrico. Nunca hubo plantas, ni flores, ni
girasoles en este planeta. ¿O acaso usted, sus padres, sus abuelos vieron alguna vez
alguna planta?
-No. Tiene razón. ¿Qué quiere que haga?
-Hemos decidido que es mejor que esa infografía, ese cuadro, debe ser destruido de
inmediato por el bien de la población. Usted tiene un lanzallamas. Proceda.
-Entendido.
Por más que se ordenó la destrucción de todo el edificio jamás se supo del paradero
del agente Ian Van Gogh ni se encontraron restos de la extraña infografía de la que había
hablado.
Marlon Brando Jr.





STELLA MARIS--GITTEL GRUBER



Celestino Paredes es un individuo privado de su libertad hace bastante tiempo. Reside en este momento en
Norteamérica. El es argentino y por circunstancias de la vida se encuentra ahí. Cometió fechorías graves y por sus
antecedentes la Cámara de ese país lo declaro culpable y decreto su pena de muerte. Mato a dos personas. El en
todo momento asegura que fue en defensa propia y que es inocente. Por averiguaciones y viendo su prontuario, el de
su país Argentina, le dictaron la fecha y hora de su deceso. Al llegar el día lo sentaron en la silla eléctrica, lo ataron y
le preguntaron sus verdugos cual es su ultima voluntad. El contesto que quería morir vestido de buzo. Como èl
siempre fue buzo táctico, quiso vestirse con ese traje. Le colocaron la escafandra, le pusieron el traje y las patas de
rana. Ya vestido comenzó la operación. Su traje revestido en goma lo puso contento a Celestino. LOS POLICIAS
ACTIVARON POR PRIMERA VEZ LA SILLA ELÉCTRICA Y NO DIO RESULTADO. eL SE REÍA Y LOS INSULTABA A
LOS EJECUTORES. Activaron por segunda vez y nada. El reo a las carcajadas y ya enojados activaron por tercera
vez. Esta vez tenía signos de muerte. De inmediato lo colocaron en una camilla, lo depositaron en la morguera y se
dirigieron directo al cementerio. Durante el trayecto el preso logra levantarse abrió las dos puertas y salto.
Escapándose vestido de buzo. Luego al comenzar a caminar se persigno agradeciendo a la virgen Stella Maris que
es la patrona de los navegantes la gracia y el milagro concedido.

EL ENCUENTRO INEVITABLE--MARÍA TERESA BRUGUÉS



Eran amigos de siempre, por lazos familiares y de estudio.
Pero… lamentablemente, estos últimos años, la maldita política, los estaba separando.
Y hoy, era el cumpleaños de Susana, tenían que ir, no había excusa valedera.
No tenían deseos de encontrarse, en una reunión con antagonistas políticos. Y pensaron, hasta que surgió
una solución maravillosa Carlos, ese mismo día, tenía que presentarle unos trabajos a su jefe.
Mónica le dijo: el cumpleaños es de cinco a siete y van a servir un té,
Quiere decir, que si llegamos de siete y media a ocho, ya se abran ido casi todos.
Tú jefe, que es un pesado, nos entretuvo hasta las siete. Desde San Isidro a Belgrano hay un tirón. Con
buena voluntad llegamos a las ocho.
¡Fenómeno!, somos unos genios, quedamos bien, entregamos el regalo, tres besitos y nos vamos.
Carlos y Mónica, terminaron de arreglarse, subieron al coche y partieron rumbo a la casa de los Montoya.
Tocaron el timbre, miraron el reloj, ocho menos cuarto.
La cumpleañera dueña de casa, abrió la puerta. Besos y abrazos.
En una rápida mirada, Mónica noto que no había nadie, todo muy silencioso.
El comedor en penumbras ¡que inteligentes eran!
De pronto, el vozarrón de Alejandro, el dueño de casa dijo:
¿Pero muchachos que les paso? Iban a comenzar con la excusa programada, cuando el continuo “han
llegado tempranísimo, la cena es a las nueve”.

CALIDEZ--JOSÉ NAROSKY



No es generoso quién da más sino quien da mejor
.
Los años no modifican el amor. Sólo cambian los impulsos.

Los golpes enseñan. Pero las caricias también.

Prefiero el brillo de tus ojos al de los diamantes. Porque brillan para mí sólo brillan
para mí.

Abrazar causas nobles es abrazar hombres.

Hay silencios que hieren. Pero hay palabras que curan.

La fuerza logra adhesiones. La calidez hermandades.

La calidez no derrite el hielo. Pero lo entibia.

Si a todos nos doliera el dolor del prójimo, casi no habría dolor.

Nos cruzamos con muchos hermanos. Pero no los reconocemos.
Tu pena por mi pena, atenúa mi pena
.
¡Cuántas puertas abren una sonrisa!

Abrir el corazón a todos. Entregarlo a pocos.


Mi incomprensión hirió tu ternura. Y era sólo ternura.

(De “Aforismos de oro”)

EN UN POEMA COMPLETAMENTE NERVIOSO- RAÍZ NEGRA





Arden sombras y tengo frío
Me duelen los claveles
cuando huelo mi corazón
Escucho plástico
cuando toco silencio
El canto amarillo
ilumina la ausencia
rumorea un temblor
La noche
compone la nervura
de los ojos que no voy a ver
los que estoy mirando
y la sueño de cerca
en el equilibrio de una pesadilla
Me despierta la fiebre
De sangre sudando
Arden sombras
y efluvios tajantes
aun
escarchan mi jardín

EL LIBRO--CARLOS ABRAHAM



Abrir un libro antiguo y gastado,
escrito con una tipografía
a veces clara, a veces ilegible.
Hojear sus páginas
tejidas con sueños que otros soñaron
y saber que lo único que podremos agregar
son unas pocas notas al margen
que quizá ni siquiera serán leídas.
Identificarse con un personaje
de los muchos que se nos presentan:
aventurero, sacerdote, peregrino,
mercader de Kashmir
o guerrero de los fiordos de Noruega,
poeta, músico, pintor, dama de la corte,
hombre activo o contemplativo,
profeta o leviatán.
Volver, cada tanto, a una de las primeras páginas,
a un episodio atesorado
que da fuerzas en el camino.
Sentir deseos, cada tanto,
de desgarrar sus páginas, de quemarlo,
de acabar con él para siempre.
Abrir sus capítulos repletos de dolor y de placer
cada mañana,
y cerrarlos cada noche.
Sólo este viejo puñado de sueños,
este libro del que jamás conoceremos el autor:
la vida.

ELLA--EDUARDO SANTAMARÍA



Me enteré de que iba presentar su libro de poesías en el Centro Cultural del Barrio.
Había pasado muchos años, quería verla…, recuerdo su mano acariciando, al pasar, mi cabecita de
niño.
Entré al salón, no me reconoció estaba conversando con gente amiga, la veo hermosa entera, el óvalo
de su cara con unas incipientes arrugas la hacen mucho más interesante, dan marco a unos ojos color
miel que son parte de su atractivo, de su personalidad.
Me acerqué, me presenté, se sorprendió al verme, me tomó del brazo, caminamos unos pasos,
preguntó por los míos, le comenté todo lo que quería saber, mis sueños, afanes, mi soledad, se
emocionó, puso su mano sobre mi hombro y sonrió levemente.
Mi timidez impidió preguntarle más, puntualmente sobre su vida.
Cuando la llamaron para la presentación del libro, le desee suerte y me quedé pensando en el bello ser
humano que era.
Apenas terminó el acto, con el último aplauso me retiré, no quise despedirme.
Caminé un par de cuadras hasta encontrar el callejón, allí en una pared descascarada, escribí con
pintura negra, hoy desteñida, esta leyenda apenas legible: “Yo quiero a mi señorita”, sonreí conmovido,
salí, llegué hasta la avenida, paré un taxi y regresé a mi hogar pasada la medianoche.

LA BELLEZA EN EL POEMA BREVE(6-7)--CARLOS PENSA



Como ya quedó dicho en las siguientes publicaciones anteriores:
1) Ignacio B. Anzoátegui (h) “Polígono de cuentista y poetas” Nº54 mayo/12
2) Vicente Aleixandre “Polígono de cuentista y poetas” Nº 55, julio/2012
3) Amalia Alcoba Martínez “Polígono de cuentista y poetas” Nº 56, octubre/2012
4) Gustavo Adolfo Bécquer en “Polígono de cuentista y poetas” Nº 57, Diciembre 2012
5) Francisco Luis Bernárdez en “Polígono de cuentista y poetas” Nº 58, Abril 2013 ó en
www.poligonovirtual..blogspot.com , la intención de estas notas es presentar poemas breves donde la
mención de la belleza ampliará el contenido, imaginación mediante, del poema al reflexionar sobre las
muchas cualidades posibles de la hermosura agregada al verso.
Seguimos con AMOR y BELLEZA
Ernesto Cardenal
Recuerda tantas muchachas bellas que han existido:
todas las bellezas de Troya, y las de Acaya,
y las de Tebas, y de la Roma de Propercio.
Y muchas de ellas dejaron pasar el amor,
y murieron, y hace siglos que no existen.
Tú que eres bella ahora en las calles de Managua,
un día serás como ellas de un tiempo lejano,
cuando las gasolineras sean ruinas románticas.
Acuérdate de las bellezas de las calles de Troya!
Libro Poesía de uso de El Cid Editor, Buenos Aires, 1979
Poeta de lo vital, sus inquietudes por una sociedad mejor lo comprometieron totalmente en
las luchas a favor de los pueblos necesitados de buena justicia: su poesía es “arma en y para ese
combate.”
En 1957 ingresa a la vida religiosa y viajando a Cuba, en 1970, dicen que se produce su
“segunda conversión” y ahora sería cristiano-marxista. Nunca dejó de luchar contra la
abominable tiranía somocista de Nicaragua, su patria.
De este libro, completo, extenso y antológico me quedé con algunos versos dialogantes donde
hermosura y tiempo son el tema enfáticamente repetido para contarnos de bellezas del ayer,
actuales y de futuras memorias.
Nazim Hikmet (1902-1965)
XX
El más bello de los mares
Es aquel que no hemos visto.
La más linda criatura
Todavía no ha nacido.
Nuestros días más hermosos
Aún no los hemos vivido.
Y lo mejor de todo aquello que tengo que decirte
Todavía no lo he dicho.
Del libro Antología POÉTICA, de Editorial QUETZAL, Buenos Aires 1976
Una nota de la Opinión Cultural (Buenos Aires 12-08-1973) dijo que este escritor era “sobre todo un
intelectual a quien le apasionan las cosas que ocurren en el mundo, tanto los hechos políticos como la
publicación de una novela”
La caracterización precedente de este poeta turco parece suficiente sin olvidar que fue un artista
perseguido y encarcelado pero que nunca dejó de escribir.
Aquí, en el poema XX, el autor invita al lector a imaginar, sin limites, la magnitud de lo bello,
movilizado por la esperanza de lo “mejor” pareciendo que él no duda de la llegada, hoy o mañana, de
días más hermosos portadores de acontecimientos admirables.

COSPEL DE MUERTE--CARMEN HEBE TANCO



(El encandilado turba. Descarta al enérgico
viraje enceguecido)
Autopistas de imponente envergadura y un
proverbial descenso "prometía" este
transporte confortable, idóneo con su cospel
de muerte inoportuna.
Me voy desconcertando pavimento contraluz
relevada en desenlace sin adioses ni racional
epílogo.

AQUEL AMOR PENDIENTE--ALDO NÉSTOR BLANCO



Volví a cometer el mismo error que el de
aquella noche; cuando a la luz de un candil...
Acerqué mis labios a tu boca, y te robé a
escondidas aquel beso.
Falsa ilusión un sueño, que hasta el día de hoy
estoy viviendo...
No me quejo de aquel sueño
del que me hizo sentir feliz por un instante...
Pero tampoco no se puede vivir de sueños todo
el tiempo.
Por eso agradezco, que hayas despertado en mí
la ilusión perdida, en un instante,
y recordar que el reloj
se haya detenido siendo las doce
y desvanezca en mí
tú ausencia de tanto tiempo
y despierte, en mí
esa ausencia...
Tardía, pero siempre está presente
y quizás mañana con el alba encienda en mí y
en ti la llama ardiente; y quede encendida para
siempre...
(De “Luces del alba”)

BÚSQUEDA DEL VERDADERA SER--MARÍA RAQUEL DÍAZ



Búsqueda del verdadero ser,
entre rosas espinosas
que penetran en nuestra aura celestial,
confundiéndose con la melancolía;
oscureciendo la armonía
que transmiten los pájaros
con sus notas musicales claras.
Búsqueda del verdadero ser,
venciendo los temores
de ver nuestra verdadera imagen;
venciendo los fracasos cotidianos
del mundo globalizado;
venciendo los sueños rotos
por la crueldad de la injusticia.
Búsqueda del verdadero ser,
en medio de aquellos humanos,
que nos hacen creer lo que no somos…
que nos hacen ir por el camino
que no queremos transitar…
que nos irritan con su egocentrismo,
que nos ponen límites a nuestros objetivos.
Búsqueda del verdadero ser,
para fortalecer la esperanza…
la sabiduría …
para mejorar el hoy y el mañana,
para desapegarnos de la desarmonía
que generan…
la soberbia,
la hipocresía…
Y para no rendirse jamás
y tener la facultad
para ver la belleza de un amanecer rosado,
ver la belleza de la luna pintada
sobre la montaña nevada,
y ver la sonrisa de un niño libre.
Búsqueda del verdadero ser,
para reencontrarnos con el ángel interior,
Y disfrutar cada día de la belleza que reflejan
los paisajes del Alma.

HAIKUS--RONNY RANSENBERG


ALONDRAS
Nocturnos amaneceres avanzan en su
primer bostezo y mate al momento
mañanero en fieles lugares
ocupando la misma silla, veo edificios parecen
guirnaldas de cemento
con mi libretón musicando enciendo mi alma
mientras policrómicas biromes destilan palabras
y alumbran mis manos en montañas,
precipicios, llanuras, de inmensos y pequeños
papeles
Nocturnos amaneceres avanzan en su primer
bostezo y mate al momento mañanero en
fieles lugares.
A LA MARIPOSA
la mariposa un criollo valsecito
para ir bailando
EL PASO
sinuoso el paso en la noche del
barrio tangueando tangos
DANZA
en el jardín la mariposa blanca
danza danzando
OTOÑAL
danzan las nubes van sonriendo a la
lluvia tan otoñales

ÁRBOL SECO--VICTORIA STELLA TEJERINA



En el campo de yuyos y de trébol está desnudo al sol.
La brisa que viene de la costa mueve el calor, y en su
seca corteza, juegan ardientes, el viento con el sol.
Santidad del árbol sin amante, sobre la hierba en flor
Es signo nuevo, bajo el cielo abierto en el campo de
yuyos y de trébol quemado al sol.
Para las aves que en él reposan y los ojos del alma, es
la señal de Dios....

LIBRE--ANDREA BEATRIZ TOLA



Qué hago para que salgas y te esfumes
como nube en día de verano.
¡Qué macabro y tierno!,
qué locura de mirarte y odiarte
al mismo tiempo.
ese miedo era amor;
era desierto.
Eras mi salvación,
o mi castigo.
Qué suerte amor
que no estoy contigo.

CON MAYÚSCULA--ENRIQUE ZYSMAN



¿Sabes lo que es AMOR? ¿Así, con mayúscula? No lo sabes, no puedes saberlo. Tú sabes de enamorarte,
pero nunca has sentido el amor en toda su potencia. Si sientes correr por tu boca la miel de los besos, si
deseas que sus brazos sean de acero y te estrechen fuerte hasta ahogarte, si al reclinar tu cabeza en su
pecho te sientas protegida contra el mundo entero, que al ser la suya, que en el tuyo se asiente, tú notes
que es como un niño que ruega tus mimos, si sientes correr por tus venas el fuego divino, si
experimentas los deseos íntimos de ser suya y él tuyo en el supremo éxtasis, entonces, recién entonces,
sabrás lo que es AMOR, así, con mayúscula.

VENTANAS ABIERTAS--CATALINA GUTREJDE

                                                                         


El calor era agobiante.
A pesar de que pronosticaban fuertes lluvias, al salir dejé las ventanas abiertas para ventilar los ambientes.
Apenas caminé unas cuadras cuando las primeras gotas aliviaron la pesadez de la atmósfera.
Apuré el paso, debía estar puntualmente en una reunión laboral.
Cuando pasé la puerta la tormenta  se descargó con furia, anegando rápidamente las calles.
La entrevista fue exitosa.
De vuelta a casa, desbordada de alegría, no me importó poner los pies en el agua fría, hasta el paraguas quedó descansando en el bolso.
La lluvia era una bendición.

La llave giró en la cerradura, al abrir  una exclamación de angustia borró mi sonrisa.
La lluvia había entrado libremente. Una rama desprendida de un árbol yacía sobre la alfombra convertida en laguna. Las cortinas en su vuelo arrastraron libros, adornos, plantas.
Atiné a sentarme en una silla, cerré los ojos y un recuerdo me asaltó. Era pequeña, delgadita, con trenzas largas atadas con cintas deshilachadas; acunaba en mis brazos a mi hermanita mientras mamá preparaba mate cocido y algunas tortas fritas. El aroma impregnaba la casilla y se escapaba por las hendijas de la puerta.
Un trueno fuerte fue el comienzo de la tragedia. Rápidamente la crecida del río subió al barrio.
Gritos, llantos, hasta que unos brazos fuertes me llevaron a un refugio.

Un estruendo me alejó del pasado.
Salté del lugar, comencé con gran tristeza a ordenar. Al levantar la vista noté que un cuadro quedó intacto en la pared.
Desde él mi madre me sonreía, trasmitiéndome la fortaleza que fuera puntal para mi vida.

La mañana siguiente  me regaló un sol radiante , y la convicción de que jamás dejaría al salir, las ventanas abiertas.






TE BUSCO BUENOS AIRES--ANGÉLICA MELFI

Yo te busco en ese caminarte, 
arrimada al cordón del poco espacio.
Me empujan las agujas del reloj
y llego a 
tus esquinas
con el sol amarillo del buzón.
El muro de cemento para arriba, que 
casi no lo veo.
Abajo, colectivos con retratos de perfil 
y vidrieras de espejos para afuera.
Y en la noche mi sombra se acuesta 
besándote la piel.

PALABRAS EN LA ARENA--JORGE MASCIÁNGIOLI(1929-2003)



EL viejo señor paseaba por la playa. Era, como todos sabían, el hombre más rico del mundo, pero él procuraba ocultarlo y para ello siempre estaba solo, no llevaba consigo dinero alguno y desde muy joven se ha­bía acostumbrado a vestir con la mayor sencillez, si bien con refinada elegancia En invierno sólo usaba un traje gris, ca­misa blanca, corbata y zapatos negros; en verano, un impecable traje blanco, camisa celeste y corbata y zapatos igualmente negros; en ambos casos lle­vaba siempre un antiguo, oscuro y lus­trado bastón, de caña delgada y redonda empuñadura de marfil. De modo que, salvo por su ropa y su bastón, hubiese sido inútil robarle. Todos lo sabían y, por eso, desde muy joven, había podido reco­rrer impunemente el mundo entero.
Sólo una vez al año, y siempre en una fecha incierta que él decidía a su antojo, su apoderado lo visitaba en cualquier lu­gar de la Tierra donde el lo citaba, y du­rante apenas diez minutos revisaba el extracto del estado de sus finanzas y lo firmaba una única vez, con lo cual el viejo señor resolvía por el término de otro año todo el proceso económico que permitía, a sus miles de empresas, bancos y comercios, la prosecución de la actividad financiera, a millones de hom­bres y mujeres el mantenimiento de su trabajo, y a él seguir recorriendo el mundo absolutamente solo.
Por eso no existía ningún rincón de cualquier mar o continente que el viejo señor no conociese, y desde hacía ya mu­chos años se limitaba a repetir sus vi­sitas periódicas a los mismos lugares, en los que apenas hallaba el único interés de ir descubriendo su transformación y el progreso a que lo sometían los hom­bres, siempre mucho más lentos que su retorno, repetido en plazos muy breves
Esta playa que ahora recorría lenta­mente, por ejemplo, ya había agotado para él todo su atractivo. Salvo la bellí­sima ciudad balnearia construida sobre ella, y su admirable crecimiento turístico de los últimos diez años, el viejo señor reconocía su extensión y su an­chura, la calidad de su fina arena, la perspectiva infinita del mar verdinegro y azul, el mismo devenir de su marea, el cielo tan limpio que parecía resbalar ha­cia el horizonte, y hasta ese idéntico crepúsculo impermutable y descolorido del otoño cuyo aire muy frío ya había alejado a los bañistas de la temporada, y que él había visto tantas veces. Sin duda, pues, el viejo señor iba a marcharse al día siguiente, en procura de otro lugar que, como siempre, alentase su espe­ranza de una novedad, por lo general ya irrepetible desde su juventud.
Pero, entonces, al detenerse un mo­mento antes de regresar al hotel para admirar por última vez el paisaje monó­tono y hermoso, bajó la vista y descu­brió, casi a sus pies, en el sitio preciso donde el impulso exhausto de la ola pro­longa un fugaz borde de espuma y se re­tira en seguida sin dejar otra huella que la humedad resplandeciente, algunas palabras escritas en la arena. Los rasgos, hendidos quizás con el dedo o con el extremo de alguna rama, decían: “Te amo para siempre. Úrsula y Cristián”. Y había, también, una fecha; “1945”.
Primero, el viejo señor admitió que era una de las tantas confesiones que los jóvenes enamorados, por juego, por exaltación, por alegría o ternura, suelen siempre complacerse en trazar a orillas del mar, acaso mientras comparten su pasión con el baño y el sol durante el día, tal vez cuando prefieren la soledad de un paseo crepuscular, quizás al con­templar por la noche el plenilunio, sen­tados en la arena y tomados de la mano. Lo había visto hacer en todas las playas del mundo.
Luego, el viejo señor presumió que los autores de aquellas palabras no debían ser tan jóvenes, ya que la fecha, 1945, acaso sugería una evocación íntima a una pareja que, reunida más de cua­renta años atrás, había regresado ahora a este escenario de su dicha.
Después, el viejo señor supuso que aquellas palabras debían haber sido tra­zadas hacía apenas algunos instantes, y miró a su alrededor intentando descu­brir a Úrsula y Cristián sin hallar, en toda la extensión de la playa que se pro­longaba casi indefinidamente, otra cosa que la absoluta soledad de aquel ocaso conocido.
Y, por ultimo, el viejo señor se asom­bró. Pues mientras hacía estas re­flexiones había observado que la marea, poco a poco creciente a esa hora, y avanzando sobre la arena cada vez más, cubría y descubría aquellas palabras con su onda desfallecida, sin deshacerlas ni borrarlas de algún modo.
El viejo señor no aceptó que aquello fuese posible y, para demostrárselo, con el extremo de su bastón destruyó los trazos inauditos que, al cabo de un ins­tante, reaparecieron en el texto vulgar; “Te amo para siempre. Úrsula y Cristian. 1945”. Una y otra vez el viejo señor removió la arena y borró las palabras; ante su mirada incrédula ellas se recom­ponían en pocos segundos, como si bro­taran desde el fondo de la arena, como si un dedo invisible o una invisible vara las dibujase inexorablemente. Y, al mismo tiempo, el mar también las deshacía con su onda incesante, sin que ninguno de los dos, ni su bastón ni el agua, lograsen destruirlas.
El viejo señor llegó hasta acuclillarse y, con sus manos impecables, dispersó la arena y la vació profundamente. Era inútil: el hueco volvía a colmarse y las palabras reaparecían. Otra vez de pie, el viejo señor admitió, entonces, que desde hacía más de cuarenta años, ni el mar, ni el viento, ni el tránsito revoltoso de los turistas, ni nada en el mundo, ha­bían podido deshacer el texto triunfante, que era como un desafío.
Pero, dedujo el viejo señor, si las pala­bras no desaparecen es porque Úrsula y Cristián se aman todavía. Y esto fue lo que no pudo admitir. Pues él sabia, a través de la experiencia de su vida, y de la de cuantos hombres y mujeres cono­cía en todos los confines de la Tierra, que ningún ser humano logra amar a otro hasta la muerte y que, si bien pue­den permanecer juntos hasta la más ex­trema ancianidad, lo que no pueden, ni nadie ha podido jamás, es mantener in­mutable el amor que en algún momento los había reunido.
“Dios mío”, pensó el viejo señor, “pero ¿y si fuese cierto?” Y esta duda ya no le permitió dormir durante toda la noche. Por lo tanto no se marcho de aquella ciudad como había previsto ha­cerlo al día siguiente. Aún por muchos más regresó a la playa y, casi sin abandonarla desde el alba hasta el atardecer, persistió en su empeño de deshacer las palabras enamoradas, pues no quería darse por vencido. Cuando hubo acep­tado que aquellos trazos en la arena no se desharían jamás, comprendió que de­bía encontrar a Úrsula y Cristián. Si sus palabras perduran, dedujo una vez más, es que viven.
Entonces citó a su apoderado en la Capital, y le ordenó que dispusiese de todo lo necesario, hombres, máquinas, medios de comunicaciones, recom­pensas y sobornos, para encontrar a una mujer llamada Úrsula y a un hombre llamado Cristián que, en 1945, habían recorrido, enamorados, aquella playa, una de las tantas de ese país, uno de los tantos del continente, uno más de los sólo cinco que constituían el escaso y limitadísimo territorio del mundo.
-¿Y si han muerto? -osó preguntar tímidamente el apoderado.
-No han muerto -afirmó el viejo señor-. Encuéntrelos. Juntos, o sepa­rados, encuéntrelos. -Y añadió, como para si mismo: -Lo mejor que podría suceder es que ya no estuviesen juntos. Pero me temo que aún lo estarán.
Muy pocas horas después, y en virtud de la actividad febril de miles de com­putadoras, investigadores y especia­listas, y hasta mediante la intervención del ejército, pues todo ello y mucho más estaba a su disposición, el viejo señor fue informado del lugar exacto donde vi­vían, retirados y ancianos, Úrsula y Cristián. El viejo señor, pues, llegó en seguida a una pequeña casa del suburbio de la Capital y se presentó ante Úrsula y Cris­tián, que eran ya dos viejecitos apaci­bles y arrugados, padres de varios hijos, abuelos de muchos nietos y bisabuelos de algunos biznietos recientes. Al viejo señor no le agradaron, porque sonreían tanto que parecían estar burlándose de él. Entonces les preguntó: -¿Ustedes escribieron en la arena de una playa “Te amo para siempre. Úrsula y Cristián”?
-Sí -respondió él-. Lo escribí yo. Con este dedo. Y mostró al viejo señor su ín­dice derecho, deformado por el reuma.
-Oh -hizo ella-, lo recordamos muy bien porque fue cuando nos conocimos y nos enamoramos. En 1945.
-Pero, entonces -siguió el viejo señor, como si tuviera miedo-, ¿se aman toda­vía?
-Igual que aquel día de ese año -dijo el anciano, y asió la mano de su mujer.
-Como desde el momento en que nos vimos -agregó ella. Y los dos se miraron con tanta ternura que el viejo señor sin­tió aún más espanto.
-¿Saben -pudo preguntarles todavía- que al amarse así ya nunca más han sido libres?
-Sí -contestó él.
-¿Saben que al amarse así tienen que seguir amándose y estando juntos hasta la muerte?
-Sí -respondió ella.
-¿Saben que si un hombre y una mujer se aman para siempre, ya nunca podrán amar otra vez a ningún otro?
-Sí -afirmaron los dos.
-¿Y les parece que eso es lo ade­cuado? -continuó preguntando el viejo señor, cada vez más aterrorizado.
-Es lo mejor, lo más hernioso, lo único que vale la pena hacer en el mundo y en la vida -dijo él.
-Es lo justo -concluyó ella.
El viejo señor lanzó un gritito, y casi sin voz exclamó:
-Entonces, ¿es posible?
-Para ella y para mi, si -dijo él
-Para él y para mi, si -dijo ella.
El viejo señor tuvo que admitir defini­tivamente que Úrsula y Cristián eran los únicos en el mundo que lo habían lo­grado. Y se sintió aún más despavorido, pues si para ellos había podido ser, tam­bién podía sucederle a otros hombres y a otras mujeres, quizás a muchos, y acaso algún día -¿por qué no?- a todos los de la Tierra.
-¡No! -aulló el viejo señor, y se alejó a la carrera de Úrsula y Cristián y de aquella casita sencilla y atroz que era como la madriguera siniestra de la ver­dad.
Al cabo de algunos días el viejo señor murió sin que nadie pudiera diagnosti­car la causa precisa, pues se la atribuyó acaso a su edad, a un mal incurable y oculto, al agotamiento producido por su riqueza y a otras infinitas razones indis­cernibles. Por lo tanto, y como había sido el hombre más rico del mundo, tanto que su fortuna ya no necesitaba de él, su muerte no importó a nadie, y fue enterrado sin pompa ni dolor en cual­quier lugar insignificante de la Tierra.
Cuando Úrsula y Cristián leyeron la noticia en el diario, ellos lo comprendie­ron.
-No pudo soportarlo -dijo él.
-¡Pobrecito! -exclamó ella.
Fueron los únicos que no pensaron en su riqueza sino en él, y que se condolie­ron de su muerte;
Pero, sin embargo, seguían tomados de la mano, seguían mirándose a los ojos, y seguían amándose como desde el primer día. Hasta el fin de sus vidas, Para siempre.