sábado, 27 de diciembre de 2014

DEJAR LA CASA-- HÉCTOR SERRANO




Ella salió de la casa. Abrió la puerta del jardín lentamente y no la cerró. Caminó
también despacio, hasta las barrancas. A esa hora todo estaba solitario. Nadie
en las calles, nadie en la plaza. Antes de bajar por la barranca miró hacia atrás.
Miró su casa ya vacía. Ya sola. Definitivamente. Dejó de mirar y siguió an-
dando. No quiso verla más. Su vida había sido muy triste en ella. Siempre
sola, con tristezas, con recuerdos. Ahora sería libre. Libre de no tener que ce-
rrar puertas y ventanas. De caminar y caminar sin cansarse.
Cruzó las vías y la larga recta le dio miedo. ¿Seguiría hasta el río? No lo sa-
bía. En un banco del andén dormían dos chicos. Se alejó. No quiso verlos.
Oyó voces lejanas que se iban acercando y se escondió. Los miró pasar.
Sus voces eran fuertes, duras, ásperas, feas. Tuvo miedo de que la vieran y
quieta, casi sin respirar los vio alejarse. Cuando saliera el sol la descubrirían.
Tendría que hablar, caminar, ver y la gente la miraría. Pensó en su casa. En las
puertas y ventanas cerradas. No. No soportaría el día. Ella quiso ver lo que
nunca había visto, pero no le gustaba. Salió del escondite y corrió. Subió las
barrancas corriendo. No, no quería el sol, la gente, el ruido.
La cuadra de su casa todavía estaba sola. Nadie la vería entrar. Llegó jadean-
do hasta la puerta del jardín. Ella la había dejado abierta. Ahora estaba cerra-
da. Intentó abrirla y no pudo. Gritó. Nadie la oiría. Se quedó muy quieta
sentada en el suelo. El sol comenzaba a salir; miró su vieja casa, sus ven-
tanas y puertas cerradas. Su jardín. Nadie caminaría ya por él.
Se acurrucó aún más. El sol ya daba luz a la cuadra. La gente comenzó a pasar.




COMO UNA BELLA MELODÍA-- JOAQUÍN MUÑOZ



Con el dulce de tu mirar
un perfume inolvidable
suave y tierno, como tu piel
ondas de amor y pasión, tus cabellos.

Feliz tu sonrisa, en la tarde
que lenta y tibia, muriendo está
el brillo del amanecer en tus ojos
suave aroma del edén en tus labios.

Maravillosa y eterna melodía, la de tu voz
 bella y suave prisión, en tus brazos
dulce y desesperada pasión a tu encuentro
armonioso y mágico compás, el de tus pasos.


Junto al latir del corazón por ti
sólo ansían vivir juntos, la ilusión
de un mañana, luminoso, lleno de esplendor
cual amanecer, de una idílica y eterna pasión.


Por ti, blanca y perfumada flor
del encantado y más bello jardín
de un inmenso y sagrado amor
auroras lejanas de un infinito pasado.


Renacen todos los días, sin olvidos
junto con el sol, del infinito horizonte
se elevan jubilosos por siempre
junto a ti, luz de la ternura.


Como la más bella sinfonía
de amor y pasión, armonía de ilusión
a tu lado, eterno quisiese vivir
la más bella melodía... la del amor.


AUSENCIA--VIVIANA WALCZAK


Rechazo la mirada azorada y 
perdida, los pasos lentos, la 
espalda encogida. No, esa 
figura lejana es ajena y 
distinta... Ella, es la mano 
firme ofreciendo manjares, el 
porte erguido contra el mundo 
cruel, el paso rápido, bajo la 
lluvia que arrecia sobre los 
hombros, desbordados de 
amor, que inmensos, protegen 
la prole.
No, ésta no es ella, intrincada 
y remota, frágil y ausente.
Y, si tal vez lo fuera, yo, no lo 
asumo... Extraño a la otra, 
suave y noble, sola y sufrida, 
tan sostén y tan mía!

SI EL OCASO--JOSÉ NAROSKY

Nos descubrimos en nuestro atardecer. Entonces comprendimos que se¬guía amaneciendo.

 HAY CANSANCIOS DEFINITIVOS.

 No desear nada ardientemente es signo inequívoco de madurez.

 Envejecer es una etapa que algunos afortunados superan cantando.

 Se ama más la vida cuando hay menos vida por amar.

 La vida parece interminable. Hasta que parece efímera.

 Envejecer es también culminar tareas.

 La experiencia indica el camino.

Pero cuando lo entendemos ya no hay camino. ..

 La fragilidad de la vida sólo la entendemos con nuestra fragilidad.

YO CONOZCO UN TAL ESTRELLA--DAVID ANTONIO SORBILLE

A “Menú Ejecutivo” de Jorge Estrella (2009) Yo conozco a un tal Estrella ¿Pero será el que se proclamó Hijo de Zeus y admirador de la obra de Pericles y sus planes quinquenales o ese otro conocedor del libro que Sócrates no se atrevió a publicar o el que acompañó al Dante en su viaje del infierno al paraíso con escala en el purgatorio o el que festejó con Whitman la esperanza del nuevo mundo o el audaz vocero de los futuristas seguidores de Maiacovski? ¿Será posible que sea el mismo? Yo conozco a un tal Estrella que escribe versos con la barba de Tolstoi / la ironía de Girondo el duende de Tuñón / la erudición de Joyce el desenfado de Olivari la nostalgia y la alegría de un ser austero que cultiva lealtades en las reuniones de poetas y amigos y tiende sus manos con una sonrisa legendaria

LA CITA--EDUARDO SANTAMARÍA

El día del reencuentro llovía torrencialmente. La decisión de verla lo colmaba de impaciencia. Se habían conocido viajando en subte, ambos trabajaban en un astillero cercano a dársena norte. Salieron un par de veces, no dio resultado. Ella y el venían de romper largos años de noviazgo, y habían quedado resabios de esos dos intentos. La cita en un café ubicado frente al parque Rivadavia a las ocho de la noche. El llego antes a la cita, pidió un café, y se encontró con un amigo que hacía años que no veía. Hablaron sobre temas cotidianos, familia, vecinos, futbol, el barrio, la charla se hizo intensa, afuera la lluvia era más copiosa. Ya habían pasado treinta minutos del horario de la cita. Volvió a mirar impaciente el reloj, decidieron comer algo, siguieron hablando de otros temas, entre charla y charla, paso un tiempo más que prudencial. Tomaron un último café, se despidieron con un abrazo. A penas piso el umbral de la puerta del café un chistido lo hizo darse vuelta, era ella, se acercó, se fundieron en un abrazo, entraron, ocuparon la misma mesa que los escucho contarse sus cuitas de amor. Las manos de él se entrelazaron a las de ella, se miraron tiernamente. Afuera la noche fría, húmeda y la lluvia intensa, empañaron los vidrios del viejo bar. Adentro comenzaba un nuevo capítulo, volverían a encenderse nuevos sueños, cálidas esperanzas, o tal vez sus rumbos encontrarían una vez más una esquina, un bar, frente al parque con su frondosa arboleda y un cielo totalmente luminoso.

EN EL CREPÚSCULO--DAVID ROSARIO SORBILLE

“Me digo: vamos a ver, quien joven no supo ser si sabe al menos ser viejo” Baldomero Fernández Moreno Una vez más, vuelvo sobre mis pasos, y tengo la sensación de estar frente a un viejo edificio, y observo esas paredes desgastadas por el tiempo, con sus revoques caídos y sus ladrillos desnudos. Pienso, luego, en el adjetivo “desnudo”, algo infrecuente en mi antigua mirada de joven. Considero, entonces, que la palabra obedece a mis años y tiene, además de la nostalgia inevitable, el sabor de lo poético. El camino por las calles de mi juventud, confirma la idea y se asombra de recuerdos, como si fuera una carreta tirada por dos caballos y un hombre repartiendo sueños alrededor de la gran plaza general Arenales, la misma que recorríamos como gorriones o palomas blancas y grises danzando entre los inmensos árboles, o simples muchachos disfrutando de un picado con pelota de tientos y tratando de imitar a nuestros ídolos futbolísticos, o la vuelta acostumbrada de la mano de una novia. Pero, es necesario reconocer que el regreso por mis huellas es un ejercicio melancólico aferrado a mi bastón en una pausada y exigida marcha. No puedo dudar, a pesar del lirismo, que la realidad es otra y mi andar es de viejo, aunque de joven creo haber sentido la misma brisa que ahora es memoria en el crepúsculo.

EL ESPEJO DEL ALMA--ANDREA TOLA

ME MIRO AL ESPEJO, Y ME DIGO... SI NO ME RENUEVO HOY NADIE LO HARA POR MI. QUIEN ES ESTA MUJER ? CON INOCENCIA TODAVIA? Y LOS GOLPES INTERNOS, SOLO LOS VE EL Y YO. PERO... SOY EL REFLEJO DE MI MADRE, ESTOY PARA SER FELIZ. NO PARA RECORDAR AMORES, QUE DEJAN MARCAS DE BARRO. ENTONCES... VUELVO A MIRARME, SONRIO Y DIGO SE DICHOSA!, Y SERA TU IMAGEN ALEGRE.

PENTAGONEANDO--CAYETANO FERRARI

1- En los mundos paralelos es posible ver las cosas de otro modo. Llueve. Veo el agua de mi cara en esa esquina del charco. La veo en el riachuelo fétido de la pereza. En la plata turbia depositada en el fondo de otro río. La veo en la ruin fibra del techo que golpetea. En el ojo que brotó de una lágrima. La veo en el olor vacío de una copa. Ayer dormía en la búsqueda de un sueño. ¡Oh cara! Que en el torbellino del Todo me vuelves lluvia.
 2- Y le preguntamos al color mágico: -¿Cómo dibujarías lo normal, lo racional y el misterio? Todos vimos pasar la sombra del arcoíris que corría y silbaba entre la tormenta y el fuego, bajo la forma de una interrogación. (Sin duda, la discusión seguirá)
 3- Sonidos exóticos. Son las intrigas de los siglos que se interpondrán entre nosotros. Lo sé, padre, he pensado en voz alta. Son los enredos de los hombres que se hospedan –ya sabemos- entre la verdad. Se oyó en voz alta. Escribí desnudo en mi propio cuerpo aquello que otro escribió para todos. No hay nada oculto que no deba ser descubierto, ni secreto que no deba ser conocido. Y salí a la calle disfrazado de pájaro exótico. (Inspirado en la música “los pájaros exóticos” de Olivier Messiaen)
 4- Después de la pericia forense, mientras el cirujano guarda el instrumental, ve claramente cómo el cadáver extiende en ángulo recto su brazo derecho y toma el cronómetro cerca de su cabeza y lo estruja con su mano muerta como si fuera albóndiga de masilla y lata. Ahí se dio cuenta de que para el cadáver comenzaba el silencio absoluto. (Del diccionario “Los descubrimientos ocultos”)
 5- Ha llegado el verano tórrido y todos se escabulleron a la costa. Estoy solo en la construcción. El asfalto por la tarde se ablanda y brotan polillas y vermes desde todos los rincones. Cierro las ventanas para no se invadido y porque no soporto ese negro sudor que viene de la calle. La vida del horror se vuelve más evidente y la tristeza me abraza. Mientras… no percibo el perfume de las alhucemas que están arriba. Remuevo un mundo olvidado. Oigo los pasos de dos mujeres que parlotean muy cerca de mí, se alejan. Sé que hay otra presencia muda a metros de mí: qué lástima no poder abrir la puerta y percibir la tibieza de su mano. No piensen en absurdos macabros. Yo miro de lejos las cosas de la tierra –como decía la santa de Liseux- solo acepté desterrarme a un pueblo desconocido y también acepté el destierro del corazón y de los recuerdos. Cuando nosotros seamos átomos de otra historia. Cuando el arcaico amor sea curiosidad de los estudiosos. Estas palabras mías –desde el olvido- resultarán menos incomprensibles que hoy.

LA BELLEZA AMPLIANDO...-CARLOS PENSA

CARLOS PENSA La belleza ampliando el poema breve ( 12 y 13) (*) por Carlos Pensa Fernando Sánchez Zinny Río escondido Pasos callados, ladrona: en el ocaso perdido te ríes como al descuido, sabiendo que te perdona mi corazón desmedido. Dulce, furiosa amazona, bella crueldad sin sentido, hoy vas al río escondido que entre juncos abandona penas de imposible olvido. Del libro SOMBRA ADENTRO, impreso por Editorial Dunken, Buenos Aires. 2004 El autor es un creador argentino de este, nuestro tiempo, que ha publicado otros poemarios y fueron muy bien recibidos. Su actuación en el periodismo también lo prestigió por sus notas sobre la actualidad. En este poema la bella es una mujer que practica una crueldad inexplicable aprovechándose del afecto sin medida de quien nos la presenta en versos: si aquella mujer, ladrona, riente y tan desconsiderada se ganó esta poesía, como lectores deberíamos visualizar a una muy hermosa amazona. Alfonsina Storni (1892-1938) Soy esa flor Tu vida es un gran río, va caudalosamente. A su orilla, invisible, yo broto dulcemente. Soy esa flor perdida entre juncos y achiras que piadoso alimentas, pero acaso ni miras. Cuando creces, me arrastras y me muero en tu seno; cuando secas, me muero poco a poco en el cieno; pero de nuevo vuelvo a brotar dulcemente cuando en los días bellos vas caudalosamente. Soy esa flor perdida que brota en tus riberas humilde y silenciosa todas las primaveras. Publicado año 2012 en www.Amediavoz.com/storni.htm Pocos versos le bastaron a la autora para dibujar nítidamente un espacio natural donde el río “piadoso alimenta” a los ocupantes de sus riberas. Poema con rimas sencillas que alegran la lectura en esta confesión de “esa flor” monologante, Suponemos paisajes vegetales y de repente, en el verso octavo, “los días bellos”, de aquellos paisajes se nos presentan, en nuestra imaginación, como atractivos, luminosos y coloridos. Alfonsina Storni Martignoni nació un 22 de mayo en Suiza. Llegó a San Juan de Argentina con 4 años de edad y una familia en situación de pobreza. Ya viviendo en el país escribe su primer poema a los 12 años. Se recibe de maestra ejerciendo su docencia en Rosario, yendo luego a Buenos Aires. Acabó con su vida arrojándose a las oleadas aguas de Mar del Plata. (*) Publicaciones anteriores de esta serie en Polígono de cuentistas y poetas números 54,55,56,57,58,59,60 y 61 en www.poligonovirtual.blogspot.com