lunes, 27 de abril de 2009

Caruso--El pequeño delfín

HIPÓLITO LÓPEZ
ENRICO CARUSO
El más grande de los tenores de todos los tiempos, nació en Nápoles el 27 de febrero de 1873. De familia pobre y numerosa, pues sus padres tuvieron 19 hijos, de los que sólo sobrevivieron tres logró estudiar y debutar en la ópera “El amigo Francisco”, de Francisco Morelli, en el Teatro Nuevo de Nápoles, en noviembre de 1894. También cantó “La Gioconda”, de Ponchielli y “La Boheme”, de Puccini.
En 1899 estuvo en Buenos Aires y actuó en el teatro de la Opera e interpretó la obra”Yupanky”, de Arturo Berutti que dirigió Eduardo Mascheroni y, en otra ocasión, allí mismo cantó”Fedora”, de Giordano. También actuó en el teatro Colón de Buenos Aires, en los años 1915 y 1917. En 1909 debió ser intervenido quirúrgicamente de sus cuerdas vocales, que mermó algo el brillo de su voz, que fue superando profesionalmente en la interpretación de los personajes elegidos.
Su repertorio artístico abarcó 40 obras de distintos autores clásicos. Su última actuación fue el 24 de diciembre de 1920 en elMetropolitan de Nueva York. Falleció en Nápoles, Italia, el 2 de agosto de 1921.
Su generosidad no tenía límites. Público y colegas lo admiraron en vida y lloraron su muerte. Fue ídolo en todos los teatro que visitó y llegó a convertirse en un mito, hoy inalcanzable.
Lavalle 1549, piso primero, capital Federal (1408) –Biblioteca


ANALÍA BOUDET
EL PEQUEÑO DELFÍN
Había una vez… un y travieso y revoltoso delfín. Era el más chiquito del grupo y se llamaba Benjamín.
Todos los días salía a pasear junto a su mamá, su “Madrina”, la encargada de ahuyentar a los tiburones que rondan por allí-como sabía que era juguetón-con su dulce silbido siempre le decía: “¡No te apartes! ¡Ten mucho cuidado!”
El pequeño no entendía. Una de las tantas veces que nadó hasta la superficie para respirar, vio un enorme barco que se acercaba a gran velocidad. Se le ocurrió jugarle una carrera. Comenzó a saltar sobre las olas de un lado de otro. Haciendo piruetas en cada zambullida.
El sol acariciaba su piel grisácea, que no tiene pelos ni escamas. Como estaba tan feliz y contento, no se dio cuenta que se había alejado demasiado. De pronto, un gigantesco y hambriento tiburón, empezó a perseguirlo. Benjamín, sin saber qué hacer, llamaba a su mamá. Entonces, acudieron un montón de delfines, que nadando alrededor, lo acorralaron y lo atacaron con repetidos cabezazos.
El tiburón huyó como un torbellino por el mar azul.
Cuando llegó su madre, lo tomó entre sus brazos y besándolo mucho, mucho, le hizo olvidar el mal momento que había pasado.
Benjamín había aprendido la lección.

Pedernera 871
5800-Río Cuarto (Córdoba) Argentina.

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