lunes, 13 de abril de 2009

Pentagoneando

CAYETANO FERRARI
PENTAGONEANDO
1
En el silencio plástico del taller, una máquina transmitió la consigna: “Estos hombres solo sirven para manejarnos a nosotras, comer y dormir y… ¡a rebelarse! No importa perecer por ahora.”

Ninguna máquina de ese modesto taller admitió más, en lo sucesivo, ser manejada por hombre alguno. Hubo muchos accidentados. ¡Allons!... ¡la revolución de las máquinas sería apoteótica!

Esas máquinas fueron desarmadas y sustituidas por otras máquinas de más alta tecnología. Y otra máquina inconformista propuso un nuevo boicot. Así, periódicamente, el conflicto entre hombres y máquinas se renueva. Los hombres sueñan con descubrir retro máquinas, capaces de reproducirse automáticamente, sin ser ellos molestados en absoluto. La máquina manejará a la máquina. Por su parte, ésta, la máquina fantasea con que en el hombre se verificará el bello retorno a la animalidad.


2
Soñé con Dios y sabía que El soñaba conmigo. (Aquí debiera detenerme y no agregar ni una tile más. Que los demás interpretaran a gusto o disgusto.) ¿Cómo sabía que era Dios en mi sueño? ¿Y cómo atreverme a decir que El soñaba conmigo? Estos son axiomas, si no los aceptan no sigan leyendo Dios era un relámpago inagotable, perpetuo, estremecedor. Subsistiría eternamente. Tanta era su potencia y grandiosidad que, aún en sueños, no me atrevía a mirarlo de frente. ¿Cómo me soñaba? (Ahora pienso si no sería yo que me sentía soñado por El.) Me veía una chispita de ese relámpago infinito. Sí, una chispita durable y mutable que El impedía su extinción. Durante el sueño y después de éste me envolvía el optimismo. Que mi mutabilidad sería transformada en inmutable. Porque yo chispa insignificante estaba introducido en ese campo de atracción y tenía y tengo la íntima convicción que El no dejará que se pierda nada, ni un adarme de cuanto El piensa. Y también sentía y siento una suerte de sentimiento amoroso, especie de emanación o fragancia que invadía y serenaba. Ayer descubrí algo que no torna tan absurdo mi sueño: cuando me froto las manos o peino a las apuradas veo chispitas a mi alrededor.


3 Primavera. La eventualidad los acerca a la estación del ferrocarril. −Yo busco verdades. −Yo busco verificaciones. Dos mariposas “arco iris”, enormes, se posan en una flor azul de las vías del tren. Ambos sorprendidos pretenden verlas de cerca. Las mariposas “arco iris”, escapan. −Aunque las mariposas ya no están, se posaron sobre la flor azul y eso será verdadero siempre. −Si no tengo la verificación, todo ha sido ilusorio. Ninguna mariposa estuvo aquí. Llega el tren. Las mariposas “arco iris”-sin permiso de nadie- empezaron a revolotear dentro de la cabeza de cada uno de los buscadores. Uno de los buscadores está seguro de que una mariposa “arco iris” revolotea en su cráneo. El otro buscador sospecha que el chisporroteo en su interior se debe a un cortocircuito entre sus neuronas estimuladas. (Inspirado en “El alcance de la razón”, de Jacques Maritain)




4 Cuando la guillotina de la Revolución Francesa hizo rodar la cabeza de Lavoisier(1743-1794) padre de la química moderna un colega envidioso, oculto entre los perros chupasangres de la la plaza, logró hurtar la cabeza del sabio. Corrió endemoniadamente por las callejuelas de Paría. Ya en su laboratorio desató el lienzo que escondía la cabeza y gritó alucinado sobre los ojos translúcidos del científico: ¡por fin, orgulloso Antoine, voy a saber dónde acaparabas tus geniales ideas!

5

Cuando quise tocarlo, hubo un estremecimiento de ese cuerpo perfecto. Estallo en incontables esquirlas lumínicas. Todo había sido una fosforescente nada. Las perfecciones son así: fosforescencias de la nada.

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