sábado, 28 de noviembre de 2009

Eduardo Santamaría---El Negro Pacheco

El Negro Pacheco era todo un personaje, vestía traje negro a rayas, zapatos también negros, bien lustrosos, de regular estatura, delgado con una ligera cicatriz en el rostro, piel aceitunada tirando a cetrina.
Paraba en el bar de Lavalle y Ayacucho, a pocos metros de las oficinas de Argentina Sono Film, se reunía con un grupo de actores que como él esperaban su oportunidad y así pasaba las horas entre café y café conversando, esperando que algún asistente de director lo convocara sin éxito. Al otro día volvería a repetirse la misma rutina.
Volvía por las noches al barrio siempre optimista, animoso. La barra de los pibes esperábamos que nos contara jugosas anécdotas de personajes del ambiente que nosotros deglutíamos entre ingenuos y expectantes.
Vivía con una hermana en la casa que los viejos le habían dejado como herencia; la hermana, mucho menor que él, lo bancaba en sus aspiraciones y también económicamente.
Admirador ferviente del cine nacional, no se perdía un estreno. Ya entrado en años, soltero, con su incondicional compañera: su hermana, solía transitar la vida con sus aspiraciones caducas que sobreponía con su estado de ánimo su bonhomía.
Por años no supimos nada de él, fue un enigma su destino.
Y hoy, para sorpresa mía lo vi sentado en la puerta de su casa, conversando con un vecino ocasional, contándole las mismas anécdotas que nos contaba a nosotros de pibes.
¡Sin duda el Negro es el mismo! Nosotros cambiamos.

Manuela Pedraza 5780-Ciudad autónoma de Buenos Aires.

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