Rechazo la mirada azorada y
perdida, los pasos lentos, la
espalda
encogida. No, esa
figura lejana es ajena y
distinta... Ella, es la mano
firme
ofreciendo manjares, el
porte erguido contra el mundo
cruel, el paso rápido,
bajo la
lluvia que arrecia sobre los
hombros, desbordados de
amor, que
inmensos, protegen
la prole.
No, ésta no es ella, intrincada
y remota, frágil y ausente.
Y, si tal vez lo fuera, yo, no lo
asumo... Extraño a la otra,
suave y
noble, sola y sufrida,
tan sostén y tan mía!
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