sábado, 27 de diciembre de 2014
EN EL CREPÚSCULO--DAVID ROSARIO SORBILLE
“Me digo: vamos a ver,
quien joven no supo ser
si sabe al menos ser viejo”
Baldomero Fernández Moreno
Una vez más, vuelvo sobre mis pasos, y tengo la sensación de estar frente a un viejo edificio, y observo esas paredes desgastadas por el tiempo, con sus revoques caídos y sus ladrillos desnudos.
Pienso, luego, en el adjetivo “desnudo”, algo infrecuente en mi antigua mirada de joven.
Considero, entonces, que la palabra obedece a mis años y tiene, además de la nostalgia inevitable, el sabor de lo poético.
El camino por las calles de mi juventud, confirma la idea y se asombra de recuerdos, como si fuera una carreta tirada por dos caballos y un hombre repartiendo sueños alrededor de la gran plaza general Arenales, la misma que recorríamos como gorriones o palomas blancas y grises danzando entre los inmensos árboles, o simples muchachos disfrutando de un picado con pelota de tientos y tratando de imitar a nuestros ídolos futbolísticos, o la vuelta acostumbrada de la mano de una novia.
Pero, es necesario reconocer que el regreso por mis huellas es un ejercicio melancólico aferrado a mi bastón en una pausada y exigida marcha.
No puedo dudar, a pesar del lirismo, que la realidad es otra y mi andar es de viejo, aunque de joven creo haber sentido la misma brisa que ahora es memoria en el crepúsculo.
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