lunes, 12 de mayo de 2008

DE CANTO

DE CANTO
Quise curiosear como sería mirar la vida “de canto”. Me senté en el colectivo 105, que tomo habitualmente para ir hasta el correo central.
Ex profeso me ubiqué en un asiento de espaldas al frente del recorrido y giré el torso hacia la derecha tomando la posición que podría ser de canto. Miré lo que iba deslizándose en mi trayecto. En verdad no me resultaba cómoda la posición, pero me permitía ver todo de otra manera. Los edificios al bies, los árboles que bordean las veredas…No captaba si iban o venían…Los números de las casas ¿aumentaban o disminuían? ¿La gente avanzaba o retrocedía?...Me vino a la mente el rebobinado de una película cuando termino de mirarla en la video casetera. Sin entrar en mayor análisis debo confesar que me divertía y la experiencia no me desagradó… ¿Qué tal si empiezo a mirar desde éste, mi atalaya de todos los días, la vida “de canto”? Tal vez cambiaría esta filosofía de ver la real y cruel que nos toca transitar en este presente con un futuro incierto y cambiarle que nos roba el placer y optimismo de vivir. Podría, tal vez, soslayar el rudo y certero, el impacto irrefrenable que nos tumba y aniquila y escapar por la bisectriz hacia un punto hueco, sin perspectivas ni proyectos reales para fabricarnos nuestra propia dirección y marchar de canto por la vida; total ¿qué más da?
Si todo seguirá igual, mientras el ser humano no cambie el corazón de piedra y ponga en su lugar una enorme masa hecha de Amor-Humildad-Perdón

NÉLIDA OJEDA

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