lunes, 30 de junio de 2008

ALFONSINA STORNI

ALFONSINA STORNI (1892-1938)

No seremos nosotros quienes insistamos sobre aspectos bien conocidos de su temática, entre otros, su evidente rescoldo contra el varón. Baste recordar “Saludos al hombre” del libro “Ocre”.
También es muy celebrada su poesía amatoria, la cual es nota original, quizá única, entre la poesía erótica femenina. ¿Quién no recuerda los versos de “Tú me quieres blanca”, o algunos dísticos de “Nocturno”?
No obstante ser estos aspectos tan personales de su obra, preferimos subrayar otras facetas menos difundidas. Nos referimos a las poesías que denominamos doctrinales. Ese interrogatorio ante las limitaciones y enigmas que acucian al hombre desde fondo de los tiempos. Intensa ha sido la requisitoria de A.S. frente a los más variados aspectos de la realidad. Realidad a la que intentó traspasar y sobre la que quiso volar con alas que aunque colosales- se nos ocurre opinar- tenían todavía demasiado lastre humano.
El esfuerzo se evidenció también en el teatro, donde dio muestras de su versátil talento. Solo nos permitimos mencionar algunos títulos: “El amo del mundo”, “Polixena y la cocinerita” en las que trató- según autorizada crítica- de trasverter algunas de sus más inquietantes temáticas.
Cautiva su don poético, capaz de asombrarnos mediante catedrales de metáforas, o bien conmovernos con palabras sencillas y simples concatenaciones. Oigamos y “veamos” el notable ejemplo de “Cuadros y “Ángulos”(del libro “El dulce sueño”) que es una magnífica anticipación de lo mecánico que oprime al hombre contemporáneo. “Casa enfiladas, casa enfiladas,/ Casas enfiladas// Cuadrados, cuadrados, cuadrados// Casas enfiladas// Las gentes ya tienen el alma cuadrada,/ Ideas en fila// y ángulo en la espalda// Yo misma he vertido ayer una lágrima,/ Dios mío, cuadrada.”
A veces parece ebria de sensaciones, otras, moribunda de escepticismo, lúcida para captar lo profundo de las esencias.
¿No tenía fe? Es muy presuntuoso de nuestra parte calar tan hondo, pero el eco de la desesperanza resuena en no pocas poesías: “Dios está agazapado/ en horizonte violeta…pero a mí/ no ha de verme / se inclinará/ alzará un ave/ La sostendrá sobre/ el índice/ la gaviota en vuelo sesgado/ hendirá el cielo.”
No es tarea fácil iluminar la estructura psicológica de A. S. Ella misma está insatisfecha: Confiesa a manera de reproche: “No he dicho lo mejor que está en mi alma.” Pero hay dos notas que la acompañan constantemente: su sed de vida y de ternura. No obstante amar tanto la vida, la muerte fue sin duda otra compañera inseparable. Por eso pudo escribir en “Melancolía”: “Oh muerte, yo te amo; pero te adoro, vida”. En muchísimas poesías la muerte es una presencia inquietante, aunque natural; habla de la muerte y de su muerte desde “Epitafio a mi tumba” hasta la directa y testamentaria “Voy a dormir”. Como otros egregios poetas, tuvo el raro poder de intuir la cercanía de la muerte.
Alfonsina Storni y su obra son demasiado inefables para ser comprendidas sólo humanamente. Es preciso acercarse a la mujer con la visión de los santos y a la artista con la inocencia de los niños.
OLGA LEVY

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