Gran variedad de
amores, desde el que eleva hasta el cielo hasta el que hunde en el abismo,
entre ellos un abanico dé amores, que mueven el alma peregrina, por periodos
cercana a la paz y otros confundida en las tinieblas.
El verdadero amor nos hace libres, por
queremos con fidelidad y sin cadenas; a la alegría de amar y ser amados, se
suma la armonía con el cosmos, disfrutando con todos los sentidos de los
regalos a diario recibidos, el horizonte crece y nos acerca al alma de la amada
y al alma amiga.
Amando se puede
ofrecer el sacrificio, del dolor que nos aflige y debilita, del dolor de alma
incomprendida, que del crisol logra salir fortalecida.
Si después del abrazo apasionado se
vuelve a vivir sin horizonte, sin hacer feliz, ni ser fiel al ser querido, es
que no fue encuentro de almas, sino mas bien vacío instinto, muy lejos del amor
divino e infinito.
Si de verdadero
amor se trata, una mirada tiene poesía. Adivinando lo que se siente al ser
amado; llegando a la plenitud de aquel abrazo se mantiene el sabor de lo
gozado, junto a mil detalle compartidos en la intimidad de almas bendecidas.
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