sábado, 3 de enero de 2015

LA NOCHE Y EL DÍA--ALDO TIBAUDÍN

ALDO TIBAUDIN

LA NOCHE Y EL DÍA
                                     Para la directora Marta Iglesias de Beherens,
                                      Vicedirectora Beatriz Melieni, personal docente
                                       y técnico del Instituto San Martín de los Andes,
                                        A 773, de Capital Federal,
                                                                                       Con cariño.
El Día y la Noche una vez decidieron comer juntos. Fueron a un restaurante muy elegante que había en París y pidieron la lista de comidas.
El Día leyó un largo rato y luego, como entrada, eligió tomates con perejil.  La Noche en cambio pidió cebollas con zanahorias.
El Día la miró con cara de extrañado y le dijo:
-¿Cómo de entrada puede usted comer eso?
-Me gusta porque crecen debajo de la tierra donde está oscuro como soy yo. Y prosiguió: a mí me extraña su pedido.
-Pedí  tomates y perejil porque crecen a la luz del sol.
A continuación comieron en silencio cada cual lo que había pedido. Después el Día pidió una sopa de girasol y copa de árboles. La Noche sopa de batatas, remolachas  y raíces de quebracho y como postre, flores de Dama de noche.
El Día  la miró con cara de pocos amigos y le reprochó tan ridículo menú.  La noche a su vez le dijo que lo que él pidió era de lo más absurdo que había escuchado de su vida.
-Las cosas que viven en la oscuridad son sanas e inofensivas- dijo la Noche-si no, mire usted el topo qué animalito bueno. En cambio el león, el tigre y sus demás hermanos son sanguinarios.
-Si, pero no dejará de reconocer-dijo el Día-que los robos y otros actos de violencia se cometen en las sombras de la noche.
-De noche escriben lo poetas y se reparan las fuerzas muchas veces gastadas durante el día.
-De noche los niños lloran cuando usted está sin luna. En cambio juegan en las plazas y van al campo o al mar de excursión cuando yo reino y el sol brilla en todo su esplendor.
-Veo que usted es un mal educado y que ni siquiera respeto por las damas tiene, “señor Día”.
-Usted es agresiva y por eso me ataca.
La Noche se levantó e indignada y sin siquiera saludar se fue a su reino. Y desde entonces, no volvió a ser amiga del Día.
Cuando al amanecer y al atardecer se encuentran, por obligación, la Noche le dice con cierta ironía:
-¡BUENAS NOCHES!
Y el Día la responde:
 -¡BUENOS DÍAS!                                          


                                                                    

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