¡Silencio! Son del alma los secretos…
Atesoras el tuyo insospechado
sin que logren sentidos indiscretos
violar, curiosos, tu ámbito sagrado.
Elevan nocturnales los abetos
sensibles al mensaje musitado,
la confesión de espíritus inquietos
que vibran el latir recuperado.
Con audible llamado peregrino
por disímiles horas de partido
iré en tu busca, amor, a toda vida…
Y aunque tal vez aguardará mi sino
donde reinicie débil aleteo
nadie sabrá que por tus ojos ¡veo!
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