viernes, 14 de octubre de 2011

Lengua incomprensible- Conrado Nalé Roxlo (Chamico) (1898-1971)




Señor Juez de Turno: Ayer como a esa de la media siesta-que el funcionario infrascripto tuvo que interrumpir- en cumplimiento de su deber, como lo hace siempre que se cuadra estén o no al día los sueldos se presentó en esta comisaría un automóvil chapa de la capital, y expresó por boca de uno de los ocupantes, lo siguiente: que vino a ser menos que nada por hablar en un chapurreado de gringo ( con perdón de su cara)tan bozal que tuve que decirle varias veces que guardara estilo hablativo, pero él como si le hablara en turco, que desgraciadamente no lo era tampoco porque esos se hacen entender hasta por los propios chanchos, sin ofender, que no hace mucho un mercachifle de nombre Alí se llevó con engaños un lechón de doña Primorosa Rebollo, prima del mismo, porque eran primos hermanos y se supo por las pezuñas que dejó tiradas en un bajo donde se lo comió a la turca, según opinión del agente de su comisaría, Romualdo Porriño, por mal nombre el Gallego Parlamento, que dice que lo sabe por el olor de una salsa de la que también se encontraron rastros identificables en el lugar del hecho y no pudo ser habido por culpa del jefe de la estación ferroviaria, que se negó a poner a disposición de esta autoridad, un servidor, una locomotora para perseguir el tren de carga en que se fugó con lla panza llena del lechón abigateado y dando por excusa el dicho mal funcionario ferroviario que podía producirse un choque dado que circulaban otros trenes por la misma vía lo que demuestra su falta de espíritu para colaborar con la justicia, porque la locomotora podía ir pitando y pitando . Pero no debe extrañarse Usía porque todos los funcionarios de por aquí, así se llaman ellos, son más o menos de un mismo pelo, y más llenos de mañas que petiso bichoco y con más vueltas que escribano de registro y cada cual tiene su librito y de ahí no se los puede sacar, como el jefe que pretende anteponer el horario( siempre atrasado ) al Digesto Policial, que viene a ser como si yo quisiera comandar más que Usía:; y a todo esto, señor Juez, el gringo del auto seguía lengüeteando al divino botón que era una Babel. De haber sido italiano todo se arreglaba porque yo los entiendo bastante bien y hasta me sé más de una canzoneta aprendida en la fonda “L’America Fatta”, fuera de horas de servicio, se entiende. Inglés tampoco era, porque hice llamar al hijo de Lavagnino, que está estudiando en la capital, pero ahora no por encontrarse en vacaciones y le preguntó:

-¿Vus te pingles?

-Guau-le respondió el connacional- vaya a saber de quién, con lo que se alborotó la perrada, y el muchacho que es muy despierto dijo que inglés no era y que iba a hablar en francés y le preguntó:

-¿On parlais francaise?

-¡Miau!- respondió, poco más o menos el sujeto y los gatos comenzaron bufar; tengo muchos por las ratas, que a mi señora le dan alergia, y se lo comen todo.

Tampoco era francés y como el chico de Lavagnino no sabía más idiomas, le di una entrada para el circo, que siempre me mandan varias y lo despaché. Y ahí nomás me recordé que en el programa del circo figuraba el Capitán Opopponoff, domador ruso de osos polares, lo mandé buscar de oficio, de oficio de intérprete. Se vino diligentemente como estaba, es decir, de domador de fieras y seguido de todos los chicos del pueblo. Le expresé mi deseo de que le hablara en ruso al desconocido del auto, y viera, señor Juez, aquel hombre tan grandote y tan bien vestido se me largó llorar como una criatura huérfana y me confesó en un aparte que era tan ruso como usted o como yo, que lo del programa era puro teatro y que no lo hiciera quedar mal ante el público porque el dueño del circo lo iba a echar y ¿y adonde iba a ir él con tres guachos y vestido así? Tuve ganas de ponerle una multa por simulación de nacionalidad foránea, pero me dio lástima y lo despaché. Era de Trenque Lauquen.

Y el gringo seguía hablando y exigiendo que se le tomara exposición supongo, porque a cada arato me ponía la pluma en la mano y me hacía seña de escribir. Pero ¿qué diablos iba a anotar yo lo que decía, si no decía nada en cristiano? ¡Qué situación¡ ¿Se da cuenta Usía? Por fin encontré una solución decente para salvar las apariencias de la repartición y su buen nombre y honor, de paso, dado que el prevenido se expresa en forma incorrecta, ya que no es correcto hablar de lo que no se entiende, le apliqué una multa, en forma condicional, ya que no se lo podía hacer entender y mandando a los agentes que lo cargaran en el auto le mostré el camino y le hice unas cuantas castañetas que es el signo universal de “rajen” como vulgarmente se dice y comprendió y se fue aunque siempre gritando en loco, que ahora creo que es el idioma que hablaba.

Pongo en su conocimiento estos hechos por si llega la protesta de algún cónsul extranjero y dejo a salvo mi responsabilidad de funcionario honesto y esforzado. Tengo un dolor de cabeza…

Agapito Cardoso (Comisario)

De “Sumarios policiales”

1 comentario:

Argentina en el exterior dijo...

Genial nuestro Conrado Nalé, lo queremos sobre todo por el Grillo y Doña Rata y los Sumarios Policiales no tienen desperdicio.