viernes, 28 de octubre de 2011

Pentagoneando- Cayetano Ferrari


1-Aladino sabía del injusto destierro de aquellos hombres. En el insignificante muelle, cuando pasaron frente a él para subir a la ominosa embarcación, Aladino les susurró: “Yo les haré justicia”. Prohibidas las muestras de adhesión o de congoja. Parte el barco. Aladino clava su mirada en el grupo como si fuera una estrella fijada en el horizonte. Hasta que los hombres se hicieron chiquitos…tan diminutos que parecían pájaros…pájaros que de pronto echan a volar…

2-El docto muy serio, sentenció: “no tiene rima”. No me importó. Agregó: “no tiene ritmo y carece en absoluto de estilo”. No me importó y no me importó. Lleno de ánimo despegué las palabras y seccioné las letras del papel. Y descubrí abajo, bien en lo hondo, una mano hábil que tejía arabescos maravillosos sobre mi talento depreciado.

3-Cuando me di cuenta de que mi fantasía silenciaba, supuse que pronto sería el final.

Entre la noche que bosteza y el amanecer tembloroso-en ese lapso de indecisión- salí a despedirme de mi escenario,

. Quedé atónito cuando vi que los árboles cambiaban de color y de follaje y las veredas parecían pistas de patinaje y los automóviles, a media altura, planeaban sin conductor, mientras que apurados autómatas colgaban avisos fluorescentes en el vacío. Para mí fue una revelación: las cosas tenían fantasía y la brindaban sin cesar. La imaginación venía de las cosas y del vacío y de las sombras, no de los hombres. Comprendí que mi final perecía y que cuanto me rodeaba me invitaba a subirme a una eclíptica inmortal. No dudé.

4- Después de largas jornadas del juicio público, el acusado gritó:

-No entiendo el porqué de toda esta farsa de llevar adelante mi defensa, por qué aparecen tantos testigos que jamás conocí. A mí deben ejecutarme en esta hora, ahora. ¿Qué más necesitan saber? ¡Yo soy el culpable, sin atenuantes, porque así lo quise!



Silenciaron el escándalo con gases lacrimógenos. El juicio se suspendió “sine die”, con el acusado incluido. Todo en honor a la justicia.



5-Ayer, por cierto, fue un día de revelaciones. Supe por qué Juancito, mi hijo de quince años, dejó la calle y apenas sale con sus amigos. Descubrí que tiene un amiguito virtual que de noche (antes del amanecer) recorre las habitaciones de casa como un ser hecho de papel transparente. Lo sorprendí husmeando en la cocina; pero apenas visto ya se metía en la pieza de los fondos, donde duerme mi hijo. Juancito lo defendió como si fuera su tesoro más preciado:

-Sí, papá, es mi mejor amigo y por nada del mundo me separaré de él.

Nunca antes lo había visto así a Juancito; si hasta la voz le vibraba más grave.

-¡Vive en mi habitación y no molesta a nadie! ¡Así que dejalo, papá!

Los amigos virtuales son muy singulares. Cuando están, nadie nota su presencia; pero cuando no están parecen amados que nos hieren, perdidos para siempre. En la cena, Delia, mi señora (su madre), Juancito y yo comimos en suave mutismo. Sonrientes.

Pasé un rato por mi escritorio a verificar correspondencia y mails. Antes de salir mi amigo virtual y yo nos abrazamos en silencio.





cayetanoferrari@yahoo.com.ar







No hay comentarios: