viernes, 1 de noviembre de 2013

PENTAGONEANDO--CAYETANO FERRARI


1-Nuestra realidad es fluctuante, ilusoria. Lo supe cuando en una cosmovisión muy vívida surgió aquella
niebla trémula que todo lo cubría. En esa atmósfera supe que podían aparecer formas no previstas, como si
un rocío mágico sobre todas las formas conocidas se evaporara de improviso. Dónde irían a parar el éter, los mares, las montañas, las usinas, las maquinarias, las ciudades, nosotros…
En el gran momento de excitación oí acordes que hablaban. Y comprendí que el mundo ya no sería ese
lugar detestable, donde no quería pertenecer.
“-¡Todavía no, pero estén atentos. Todo está tan lejano que es inminente. Se aniquilará la destrucción. La
muerte huirá para siempre!”
Una risa juvenil creció a lo lejos; allá, en la cúspide del camino argénteo que debía recorrer.
2-Soy un anodino ingenuo que se propuso montar la más maravillosa y terrible de las máquinas: “la
demaquinasea”. Esta invención me libera de la más angustiosa de mis propiedades: el desear, el querer…
Sí; no se me interprete a la ligera: el desear ha sido el más hiriente de mis padecimientos. Desear,
querer, desear…Todo es simplemente desear, por más que se usen otros sinónimos más elaborados, todo se reduce a deseo tras deseo. “La demaquinasea” es una especie de reservorio interconectado a mis deseos que me permite manipularlos , desviarlos, ionizarlos dentro de una red hacia enlaces de mi área cerebral. Esto significa que mis deseos vagan residuales hasta encontrar algún recoveco o escape fuera de mí. Mis deseos se perderán en el éter, deleznables, sin acción ya. Todos esos seres famélicos que están dentro de mí, reclamándome sin pausa “cosas”, serán aniquilados por “la demaquinasea”. Este invento me ha permitido
vislumbrar que dentro de mí yace un grandioso deseo que no me atrevo a mirar ni oír de frente. Especie de
paradoja no buscada que descubrí en mi intento destructivo liberador. En sueños son voces; despierto, ansias que me asedian: “Desea Todo, todo lo demás son vanidad de vanidades”.
3-Los cuentos fantásticos tienen a menudo una desconcertante realidad. En el cuento de Herbert Alien
Giles “El sueño de Chung Tzu”, un hombre soñó que era mariposa y no sabía al despertar si era un hombre que había soñado ser una mariposa o una mariposa que soñaba ser un hombre. Yo fui amigo de un soñador
semejante al de Giles. Cuando mi amigo decía ser hombre vivía como cerdo, y de cerdo solía comportarse
como hombre
4-Voy solo, agobiado, como si fuera a desarmarme. Y atisbo esa calle oscura, solitaria. Pocas
construcciones. Las chimeneas rematan en forma de cabeza humana. La plaza se ilumina automáticamente:
una cuadra manzana. Del árbol principal, tronco negro, las gruesas ramas terminan en forma de letras.
Distingo la jota, la ce, la i, la efe…De otros árboles cercanos más chicos abundan las emes, las eses, las oes. Y como descubrimientos, poco a poco, aparecen más árboles, más letras. De mi interior surge una ebullición de letras deleitables. Casi corriendo doy varias vueltas alrededor de la plaza. Y como niño travieso arranco una a que comienzo a mordisquear.
Salgo de la plaza sin saber cómo. La a en mi mano había perdido la forma. Ahora la avenida ancha es un
hervidero de informaciones, sonidos y luces. Cruzo los semáforos en rojo amarillo y verde. Río a las
tempraneras estrellas rubias. Había vislumbrado lo extraordinario. Comprendo que la vida es extraordinaria. ¡Y mi vida me parece extraordinaria. (Inspirado en “Plantas y letras”, tinta negra de Xul Solar)
5-Ayer pasaste como viento para que nadie te viera. Ráfaga, silbido, remordimiento. Y miraste aquel
árbol del cielo donde solíamos besarnos. Tocó tu mano el tronco hendido y una astilla dulce se clavó en la
ausencia. No hubo dolor ni sangre, sólo estremecimiento.
Bien lo sabes. Soy yo que encubierto, atisbo el pasar, mutado en madera, rama, hoja y flor. Jamás olvido

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