viernes, 9 de agosto de 2013

BERNARDO GONZÁLEZ ARRILI--OLGA M. LEVY


Amaba profundamente a su país, rincones y características de su tierra fueron descriptos notablemente, con
singularidad.
Lo rescatamos porque su estilo quedó tallado entre los más brillantes escritores. Y para convalidar la
inquebrantable autoría de sus escritos, evocamos con honor, orgullo y placer la valiosa personalidad de González Arrili.
Nos atrevemos a esbozar unas palabras acerca de la vida literaria y periodística de la polifacética figura.
Nació el 18 de octubre de 1892 -en San Telmo- y vivió en varias provincias del país. No traspasó las fronteras, era
un argentino impregnado de las más nobles tradiciones nacionales. Tuvo el privilegio de una vida longeva colmada de
talento y creatividad. Falleció el 31 de julio de 1987 -a los 94 años.
Un precioso y mordaz lenguaje acompaña la lucidez de sus artículos periodísticos, de sus novelas, y sus
profundos análisis identificados con las causas nobles de la realidad.
Su carácter periodístico abarcó diferentes y diversas temáticas del quehacer nacional, de acuerdo con el contexto
histórico, geográfico, social y político del país. Su luminosa mente -abierta a las vicisitudes de la patriano
se amilanaba ante los requerimientos de la época. Al contrario, su corazón se encendía, por lo tanto sus escritos
resultaban más vigorosos y atractivos.
Durante más de setenta años expresó sus inquietudes a través de su labor en la prensa. Hurgaba, investigaba y
escribía incansablemente. Los temas no se agotaban, eran creados y recreados por su estilo. El diario “La Prensa” tuvo la
suerte de contarlo entre los colaboradores más destacados -por más de veinte años.
Además participó activamente en “La Nación”, en diarios del interior y en muchísimas revistas.
Su espíritu inquisitivo, agudo y siempre sonriente, e inspirado con el fervor de los grandes maestros, expresaba
con alegría sus emociones de la cotidianidad, dando forma a su particular estilo. González Arrili decía: “ Si uno mira
bien, los diarios son un poco tristes. Así que he tratado que mis artículos de prédica tengan la posibilidad de un sonrisa.”
Ejerció como profesor durante tres décadas, su labor docente trascendió el ámbito de las escuelas y los liceos.
Era un maestro -vocación y sacerdocio- en las sulas, en el periodismo y en la literatura. Cuentos, novelas, biografías,
ensayos, libros de historia (52 libros publicados).
La vida lo acercó a distinguidos escritores: Vicente Blasco Ibáñez, Anatole France, Rubén Darío y muchos más.
Cultivó la amistad de Evaristo Carriego, de otros intelectuales y artistas bohemios; frecuentaba las tertulias de
los cafés literarios.
Fue precisamente Rubén Darío -el creador de “El Modernismo"- quien quedó impresionado por su estilo.
En 1911 le publicó en la revista “Mundial” -que dirigía en París- su primer artículo sobre la personalidad y la obra de
Carlos Guido Spano. Otros trabajos fueron publicados en la revista “Elegancia”. El espaldarazo de Rubén Darío le abrió
las puertas de “Caras y Caretas”, la más popular revista de la época, en la que colaboró hasta - prácticamente- su cierre.
González Arrili estuvo presente -no sólo en las letras sino también- allí donde había que actuar rápido y
eficazmente.
Niños enfermos amenazados por la epidemia de la poliomielitis, carencia de camas, de insumos... El Hospital de
Niños Ricardo Gutiérrez necesitaba la colaboración de todos, se encontraba en emergencia sanitaria.
Nuestro querido y recordado escritor, junto a su hijo Protasio - quien se desempeñaba como jefe de transmisiones
de radio “El Mundo” -y con el locutor Antonio Carrizo conversaron acerca de la escasez de cosas imprescindibles.
Pasaron avisos informando sobre la precariedad y premura del caso: renació la solidaridad. Las contribuciones -en
efectivo o bien en ropas- se acumulaban en rincones del hospital
La sala de redacciones de “La Prensa” fue de gran utilidad para esta contingencia, los colaboradores llegaban
hasta allí, también los institutos educativos y diversos centros culturales participaban en tan noble empresa. A través de
diferentes canales convergían aunándose para solucionar tal emprendimiento y concretar tan digna tarea.
Era importante actuar rápido y bien, repartir adecuadamente según las necesidades de cada uno. Finalmente,
luego de meditar cómo distribuir lo recibido, le encomendaron formar una comisión. Bernardo González Arrili fue
el fundador y primer presidente de la Cooperadora del Hospital de Niños.
La disposición y honestidad se reflejaba en todo su accionar y en su diáfana personalidad.
Su buen humor lo acompañó siempre, en todo el largo trayecto de su vida. Tal vez sabía “que el humor era la sal de
la vida, y de su vida.”
Apreciado, admirado y respetado por su conducta cívica, permanecerá entre nosotros a través de su pluma -su
delicada aunque punzante ironía- de sus libros y artículos periodísticos.
Algunos títulos: “Protasio Lucero”, "La ciudad reconquistada”, “La invasión de los herejes”, “ Andasolo”, "El pobre
afán de vivir”, Biografías de ilustres hombres, entre otros.

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