Mis manos no pueden acariciar tu frente,
ni te alcanza mi voz en el recuerdo.
¿Por qué paisajes deambula tu
tristeza?
¿Quién marcha junto a ti en el
desvelo?
¿Quién enciende tus días
y tus noches?
Tus lágrimas, ¿quién las advierte?
Ninguna tristeza a la tuya se parece.
Ni hay dolor tan antiguo como el que
te atormenta
No hay comentarios:
Publicar un comentario