viernes, 2 de agosto de 2013

ELLA--EDUARDO SANTAMARÍA



Me enteré de que iba presentar su libro de poesías en el Centro Cultural del Barrio.
Había pasado muchos años, quería verla…, recuerdo su mano acariciando, al pasar, mi cabecita de
niño.
Entré al salón, no me reconoció estaba conversando con gente amiga, la veo hermosa entera, el óvalo
de su cara con unas incipientes arrugas la hacen mucho más interesante, dan marco a unos ojos color
miel que son parte de su atractivo, de su personalidad.
Me acerqué, me presenté, se sorprendió al verme, me tomó del brazo, caminamos unos pasos,
preguntó por los míos, le comenté todo lo que quería saber, mis sueños, afanes, mi soledad, se
emocionó, puso su mano sobre mi hombro y sonrió levemente.
Mi timidez impidió preguntarle más, puntualmente sobre su vida.
Cuando la llamaron para la presentación del libro, le desee suerte y me quedé pensando en el bello ser
humano que era.
Apenas terminó el acto, con el último aplauso me retiré, no quise despedirme.
Caminé un par de cuadras hasta encontrar el callejón, allí en una pared descascarada, escribí con
pintura negra, hoy desteñida, esta leyenda apenas legible: “Yo quiero a mi señorita”, sonreí conmovido,
salí, llegué hasta la avenida, paré un taxi y regresé a mi hogar pasada la medianoche.

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