viernes, 18 de mayo de 2012

EDUARDO SANTAMARÍA--LA ABUELA ELISABETH


Llegó a la Argentina siendo jovencita, desde su Francia natal, nacida cerca del antiguo puerto de Lión.

Se afincó en el barrio de Palermo y fue dama de compañía de una anciana que vivía en los extremos de la gran ciudad.

Hoy está aquí con nosotros. La abuela Elizabeth, cordial de buen carácter, activa pese a cargar sobre sus hombros unos cuantos años, la vemos regando unos malvones, arrancándole las hojas secas de la estrella federal, algunas mañanas saca duraznos del árbol que tenemos en el fondo de la casa y con estos hace unos deliciosos dulces en la olla de cobre, herencia de su madre.

También teje, cose, y pierde los dedales, que Natalia y yo buscamos por toda la casa, porque aclaremos, si la abuela no tiene el dedal no cose, no da una sola puntada.

Ella nos arregla la ropa prolijamente, también teje al crochet carpetitas, pequeñas cortinas en hilo macramé, que obsequia a vecinos del barrio.

Muchas tardes la vemos salir, coqueta, porque la abuela es alta, espigada y de buen porte. Suele visitar unos parientes, va y vuelve caminando, Natalia y yo esperamos sentados en el umbral de la puerta de casa hasta que aparece con un paquetito portando palitos de anís que Natalia y yo devoramos súbitamente.

La abuela Elizabeth mientras teje o cose, escucha radio, especialmente música, a veces deja todo en el sillón y lee a sus escritores favoritos: Dumas, Víctor Hugo y otras dormita de a ratos.

…Notamos con Naty que en el accionar diario la abuela está más agobiada, de todos modos se sobrepone y se entretiene con sus plantitas, sus libros y la radio.

Nosotros acomodamos y limpiamos la casa, hacemos las compras, vemos la mesa servida, el mantelito puesto. El té y las galletitas dulces que tanto nos gustan.

Cuando llega la noche y como hizo toda su vida, se acerca a nuestras camas y poniendo su mano temblorosa sobre nuestras frentes y nos desea , entre otras cosas un sueño reparador.

Hoy la abuela Elizabeth es un bello recuerdo, siempre llevamos adherida a nuestra piel su candorosa imagen.

Nosotros terminamos el secundario por sugerencia de la abuela, Naty sigue medicina y yo todavía no he decidido mi futuro



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