viernes, 18 de mayo de 2012

SILVIA GATTO--ACERCA DE TRISTÁN E ISOLDE

No se puede hablar de tonalidad, no resulta verosímil hablar de centro tonal que implique el concepto de fuerza gravitonal, sino que conforme a la idea amorosa de la sublimación planteada por el principio budista del Nirvana, es consecuente establecer: inflexiones tonales dentro de una circularidad cromática.

Es posible pensar el espíritu de la obra, en circularidades cromáticas, cuyo motor interno se impulsa a sí mismo, eslabonando uno a otro cada esquema temático, que se expande mientras avanza en un crescendo perpetuo hasta alcanzar la cumbre, de la cual no es posible ir más allá.

Sólo la intensidad dionisíaca, la longitud que asume la tensión interválica en los extremos audibles de la orquesta y la correspondencia del color instrumental al que Wagner ha consagrado su principio de melodía infinita logra perceptible, en términos musicales, la consumación del éxtasis amoroso.

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