viernes, 5 de octubre de 2012

AUTORIDAD--GITTEL GRUBER






Estoy asombrada. Diariamente se escuchan comentarios dudosos sobre nuestra juventud. Mi esposo y yo nos sentimos preocupados, somos padres de una jovencita que acaba de cumplir catorce años.

Una noche después de cumplir nuestras obligaciones de trabajo y después de cenar decidimos hablar con nuestra hija Lolita. Apagamos el televisor y nos sentamos en el living. Mi marido inició la conversación. Lolita es delgada al punto de parecer una anoréxica y con sus grandes y hermosos ojos oscuros nos miraba intrigada sobre qué le íbamos a comunicar.

Mi marido comenzó diciéndole: “Hija querida, ya sos una adolescente y por lo tanto te daremos unos consejos”. Lolita asintió con la cabeza sin pronunciar una palabra.

“Nada de trasnochar y nada de tomar alcohol. Nada de drogas y nada de amigovios Nada de ir a bailes de rock y menos amigos rockeros. Nunca te quedes a dormir en la casa de tus amiguitas. No te pintes la cara como una prostituta. No uses los perfumes importados de mamá.” Yo interrumpí la conversación para decirle que llevara los preservativos que yo le di y que por las dudas no olvidara de tomar la pastilla con leche, todas las mañanas. Mi esposo prosiguió con su charla: “Si te embarazas te vas de aquí. Tus amigos antes de entrar a casa deben estar bañados y despiojados. Se acabó como única comida en esta casa salchichas y hamburguesas. Queremos que estudies, estudies, estudies y que la nota más baja sea un ocho. Con estas condiciones vas a crecer, mi querida, como una hija modelo y nosotros nos sentiremos orgullosos de vos.”

Frente a cada pedido Lolita escuchaba atentamente y no opinaba y asentía con la cabeza.

Al quedarse sola Lolita llamó por teléfono a la protección del menor y la adolescencia del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Cuando la atendieron les solicitó urgente: “Necesito dos padres nuevos”

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