viernes, 12 de octubre de 2012

CIRCUNSTANCIA--NORBERTO PANNONE


"El amor es como

la impresión digital: Nunca habrá dos iguales" (Norberto Pannone)



su mirada vertía cierto atisbo de perturbación.

Yo, no le entendía muy bien y casi con enojo lo insté varias veces a que me explicara en detalle aquello que pretendía decir.

Además, no comprendía por qué a mí.

El hombre, sin dar el contenido exacto ni el sentido racional a mi demanda, repitió:

-“Me asignaron dos energías para que las tome como discípulas. No pude negarme y debí aceptar.

Ninguna vendrá sabiendo ni conociendo nada de la otra -continuó- pero sí, sabrán a la perfección todo lo invariable de mi ser.

Mi final, estoy seguro, será el principio.

Dicen que he llorado dentro de un vientre de mujer y que casi me estrangulo en la concepción, de manera que, -¿sabe?- supongo que estas dos también arribarán después de haber transitado el camino desde alguna irritación vital...”


Yo, cada vez entendía menos de aquel asunto y maldecía en mi interior por haberme prestado a ese encuentro accidental.

Casi por compromiso, simulé que seguía con diligencia su razonamiento, aunque, afanosamente, buscaba alguna distracción para huir de la influencia.

Mi plexo solar se contraía exasperado frente a la enorme energía que irradiaba el hombre.


-“Las dos podrían matarme, estoy seguro de ello. Lo percibo. Debo manejar el asunto con prudencia”. -Señaló.

“Cuando expire, ellas se harán cargo de mis “deudas” ya que sabrán toda mi historia”. -Concluyó.

Después de un prolongado silencio, continuó explicando:

-“Cada una, por su lado, irá por mis cuentas, exigiendo por mis acreencias aunque tengo la duda de que cobren dos veces las mismas sin saberlo… o por negligencia.

“La Autoridad me impuso que las recibiera por separado evitando que se conociesen entre sí. Podría ser peligroso si llegaran a descubrirse.

El hombre, recogió su magnífica cabeza sobre el pecho desnudo y musitó con tristeza: -“Fracasé en el intento. Hubiese sido mejor que ninguna de las dos supiera de la otra hasta el final. Por el “Después”, ¿comprende? Por más que me lo propuse, no pude apartarlas a tiempo y, como un estúpido, les hablé del amor... Allí, me di cuenta que el poder que me fuera concedido no sirvió de mucho...”

Finalmente, vencido y con desgano, aquel ser develó el arcano:

-“Hombre” y “Mujer” dijeron que eran. Temporales, por supuesto. Seres humanos, creo... Si, con esa enunciación, llegaron.

En este punto del monólogo creí comprender la causalidad de aquél encuentro. Miré en mi derredor y comprendí que yo era el último inmortal que aún resistía.

El hombre, subió a la cruz, abrió sus brazos, y expiramos juntos.

Algo más tarde, el sol se acostaba en el sempiterno socavón del Siempre...

Mañana, o esta noche misma, quizás, los hombres comiencen a escribir un nuevo libro. Acaso, lo llamen: “El último Testamento”


© Norberto Pannone, de su libro: “Epsilón”









No hay comentarios: