viernes, 12 de octubre de 2012

VOLVER A VIVIR--CATALINA GUTREJDE






La caminata terminaba allí; mis piernas no respondían. El calor agobiante transformó mi cuerpo en un incesante burbujeo salido de mis entrañas.

Me dejé caer a los pies de un árbol de raíces muy gruesas y follaje enredado.

Frente a mí, un gran cerro coloreado de marrones y rojos, donde el verano

depositaba rayos de fuego.

El agua de mi cantimplora se había agotado, unas pequeñas gotas rozaron la boca sedienta.

Cerré los ojos y un sueño pesado se apoderó de mí.

Al despertar, las primeras estrellas asomaban en un cielo azul sereno. Volví al paisaje y la sorpresa me invadió; desde lo alto del cerro bajaba una catarata de agua cristalina. Se deslizaba con fuerza corriendo más y más por la llanura, la que rápidamente se convirtió en río.

No atiné a moverme, el agua se apoderaba de mi cuerpo, la razón se borró de mis sentidos y me fui hundiendo sin saber porqué.

De repente un golpe seco me sobresaltó, abrí los ojos con desesperación y al verme allí un grito se ahogó en la garganta. Estaba en una calle desconocida, rodeada de casas bajas y oscuras, sin puertas ni ventanas. El agua había desaparecido, y el manto del cielo gris apenas iluminaba.

Allí permanecí sin tener noción del tiempo. El entorno me molestaba y atraía al mismo tiempo.

----¡Es el infierno! (me dije).

El silencio del lugar era semejante al de mis instintos.

Hata que de pronto sentí que algo muy fuerte tocaba mis brazos, palpando descubrí la forma de alas gigantes. Sin saber cómo y porqué comencé a volar alejándome del lugar hasta llegar al lugar de mi partida.

Observé el lugar; el valle se veía verde salpicado con destellos dorados.

Un arco iris dibujado en el cielo me trasmitió la seguridad de que había vuelto a vivir.




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