Se desvanecen en la almohada
cuando el sol vuela
esparciendo el paño oro
de la tarde.
Los dedos son tallos volubles
rodeando la cintura,
vagando por territorios desconocidos.
La mora de los labios
bocado apetecible,
será mordida mitigando la sed
del amante ardiente.
El lago reflejará
los placeres compartidos.
La llovizna mojará
el jergón de hojas.
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