Cuando me llegue la
hora de partir, no me lloren,
al contrario despídanme con
alegría, pues yo habré cumplido
mi misión en esta tierra.
Me habré enamorado de un
hombre, de ese amor habré
tenido hijos, de esos hijos nietos,
también habré tenido amigos.
Por todo lo vivido, y por todo lo
cumplido, en Paz con Dios y de
su divina mano, al cielo subiré,
y desde ese lugar los seguiré
amando y cuidando como el
primer día que nací.
Cuando me llegue la hora
de partir no me lloren, al
contrario despídanme con alegría.
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