Háblame, Musa, del hombre…
Homero, “la Odisea”
Callabas…
tu rostro misterioso
era pálida esfinge.
Solo el susurro del viento
invadía el sopor del aire.
El deseo silencioso
coronó la noche insomne
y tú, melancólica musa,
entre ardientes abrazos
y proféticos cantos,
desperezabas
del milenario letargo
sobre la aguzada escollera
de maléficas sirenas.
Embriagadora…
bella noctiluca iridiscente
cruel e irresistible,
me devorabas…
(De “Llamas escarlatas”)
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