sábado, 26 de abril de 2014

CAYETANO FERRARI--PENTAGONEANDO

1-Toda casualidad es deseada. Yo, quizá, me movía entre infinitas casualidades. Ella, tal vez, me seguía.
Empezó a gustarme como novia. Le conté que el carnaval es el crédito que la histeria civilizada brinda a la
inocencia, a la ingenuidad, a lo original. Me seguía silenciosa, sin comentarios, el corazón en las pupilas.
Nos alejábamos de la boca iluminada del corso que indigestaba de risas forzadas. Y sus manos tan
suaves sobre mi cara. Le pregunté si era artista. Con esas manos solo se podía crear. “¿Qué es ser artista?”
Caminamos. Nos introdujimos en la claridad del silencio. Ella asombrada de todo. Yo, por aquellas veredas,
pampa cuadriculada, me olvidaba de mí. Todo lo triste quedó dormitando en el asfalto. Recogimos nuestras
ansias y respiramos las primicias del amor. Le besé las manos. La sostuve del talle.¡Volábamos!
2-En silencio, los ojos cerrados, el oído sordo, mi pensamiento no deja de mezclar quimeras. Estas
quimeras mías de pensar sin pensar que me persiguen, que me acompañan antes de nacer. Este pensamiento
que me persigue constante y ladino aun cuando observo el delicado hibisco que fenece sin pensar a en mi
pensar en un día. Este pensamiento tan histriónico que parece huraño entre risas, que es lúbrico frente a la
pureza, o indiferente ante el Amor. ¿Por qué mi cabeza no deja de pensar? Todo yo soy pensamiento, hasta el
oxígeno de mis alveolos, hasta el ademán que evito. Pobre bípedo, cuadrúpedo frustrado. Amapola arrasada.
¿Cuántas máscaras soy? Infatuado niño que no va a ningún lado. Caído en el cruce de la soledad. Y sigo en
silencio, los ojos cerrados, a Atardecerla espera de ser humus de la combustible estepa. Asombrado de las
constelaciones. Vetado de preguntar y responder. Condenado a pensar sin respuestas, sin nada que ofrecer.
Condenado a ser fugaz fotografía de eternidades.
3-Atardecer tumultuoso. Gritos y consignas. En el límite Este apareció la máquina: paquidérmica,
invulnerable con una trompa de varios metros, filosa. Puede penetrar bajo tierra a voluntad. Sorbe materiales
sepultados. Materiales que tritura, amasa y subdivide en prismas iguales y grisáceos. La máquina levanta un
muro justamente en la mitad de las casas y predios humanos. Desde luego que hubo piquetes y rebeliones,
dispersados alocadamente. Antes de que el muro de este a oeste estuviera terminado, apareció otra
máquina idéntica a la anterior que construye otro muro de norte a sur, para dividir la mitad de lo ya dividido.
Y aparecieron otras máquinas para actuar sobre superficies más y más reducidas, proporcionalmente más
chicas, hasta que surgieron no más grandes que las hormigas. Algunos valientes tratan de ganar los límites del
lugar para evadirse de la maraña de obstáculos y escombros. Por fin queremos evadirnos todos, valientes y
cobardes, hombres y mujeres. Aparecen todas las máquinas, las primeras y las últimas. ¡Ay!, las máquinas
reiteran la primera y las sucesivas subdivisiones sobre hombres y mujeres.
Un puñado pudimos escapar enteros; muchos, sin cabeza, divididos longitudinalmente. También esto es
transitorio: pronto comenzaran las divisiones de las razones y de los sentimientos, porque se supone que son
sólidos y divisibles.
4-Según la mitología nicaragüense América derivaría de Ammerricua, el país del viento. En unas
memorias de Cristóbal Colón, se constató que el veneciano soñó que cierto personaje fabuloso, tolteca,
perdido entre México y América Central vagaba enloquecido. Hizo milagros, fundó ciudades, levantó
monumentos. Tenía los labios enormes por los que dejaba escapar vientos furiosos. Colón interpretó el sueño
como una orden para que iniciara el descubrimiento de América. La versión canónica, que el nombre
derivaría de Amerigo o Alberigo Vespuci, según una cosmografía alemana de 1507, es una patraña que
coaguló en las páginas de los libros de historia. (Bibliografía: Leyendas Universales)
5-¿Por qué encerrar mis pensamientos entre letras? Aquel rayo de Luna azulino, tenue, a la distancia
se volvió empurpurado y feroz. No me dio oportunidad. Me dejó aquí entre silencios húmedos y vientos
retorcidos. Mis pensamientos los ensartó huidizos para siempre en la infinitud de las arenas

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