sábado, 18 de agosto de 2012

EL PASAJERO--MIGUEL MADRID



Cruje la madera ascendente,

olores de antaño

no abandonaron

la evocación de los sentidos.



En el desván,

sus huesos ocupan

el viejo camastro

entre nostalgias de espera.



Cuartillas húmedas

permanecen en reflejos

astillados del cristal.



Tendido el vestido transparente

con huellas de cuerpos y sal.



Brújula sin aguja

que desfloró horizontes.



Carrillón sin horas

devoradas en puntos infinitos.



Velamen descolorido con cicatrices

de huracanes y soles templados.



Lágrimas de soledad se escuchan

en las figuras enmarcadas.



En el arcón, amarras deshilachadas

con marcas de anclajes lejanos.



Multiplicidad de imágenes

que no desaparecen

aunque el pasajero

cierre sus ojos.







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