Las ordenadas filas de animales
se pierden en el fondo del pasillo.
En la tarde serena el amarillo
resplandor ilumina los cristales.
Erguido en una sala, el esqueleto
del dinosaurio duerme y sueña. Un ave
que está muerta y que no lo sabe
me mira quieta desde su secreto
pasado. Cada cosa que aquí veo
fue alguna vez un ser como yo, habitante
del hoy, de lo fugaz, del instante.
Vano intento de detener el frío
paso del tiempo, este calmo museo
será deshecho por su eterno río.
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