viernes, 10 de agosto de 2012

Martha Desperbasques--Aquí estoy Señor...


Aquí estoy, Señor, diminuta inmensidad que se estremece inadvertida.

Aquí estoy, sumida en oración. Es un modo placentero de reconocer el resultado de lo hecho sobre el fértil regadío de los destinos… Es tanto!



La dimensión atemporal se adueña de mí sintiéndome cautiva en lo etéreo. Sintiéndome latir en tu latido…

Así, suspendida en lo invisible, me rescata el aura de mis amores ausentes.

Exultante mi alma los retiene en gratitud…

Nada soy, Señor, Nada! Cómo explicar esta contradicción y realidad en el ahogo de mi alma..!



Ellos vienen a mí porque viven en tu Amor, en tu sabiduría y en la paz de tu mirada…

“El amor no muere, viaja”.

Así solía decir mi madre, hoy creo que es así.

¡No dejes, Señor, de ser en mí!



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