Qué fue del
infinito limitado
por donde el
hombre, ciego, se empecina
en ir a
tiendas si la fe declina
sin la
ilusión de ser recuperado
Y qué será
de mí si en su costado,
después de
vendimiar la gran colina,
en súplica
no viere que se inclina,
por
asistirme el Cristo desclavo.
Late el
desgano su figura yerta;
mi sombra
flébil se consagra al vuelo
y tibia fuga
hacia la costa abierta.
En desnudez
crucial, airoso duelo,
por el
divino resplandor cubierta,
ruego que
Dios me juzgue cara al cielo!
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