Crepita
su ardor
el
leño del hogar
que
se convertirá en polvo.
La
copa de vino
dispuesta
para el brindis,
anuncia
el fondo seco.
Cadencias
arropando el abrazo
en
la madrugada húmeda,
con
la frialdad del verbo.
La
memoria no reconoce
las
risas gozosas
de
amores imantados.
Campanas
tañendo quietud
con
acústica
de
sollozos crepusculares.
Partir
hacia el olvido
en
el caprichoso
vaivén
de la corriente.
La
tempestad hiere el bajel,
agua
salada invadiendo
la
ribera yerma.
Roca
pulida para albergar
cuerpos
desangelados,
vestidos
con túnicas negras.
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